Millie, Millie; tus contornos son sencillamente perfectos, tu cuerpo se desliza terso hasta las caderas y amarte es tan sencillo como ponerse unos guantes cuando el termómetro marca cero grados. Tu habitación, además de alegre, es siempre cálida, y me encantan tus vinilos y tus sándwiches de queso. Millie, ¿y tu gata? ¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas cuando era pequeña? Intenté enseñarle a dar palmas y a rodar hacia los lados, y tú dijiste que un gato no es un perro y que no lo lograría; pero, en fin; lo conseguí, ¿verdad, Millie? La gata ahora ya ha crecido y ha tenido cachorros. Hemos sido amigos durante mucho tiempo. Pero ahora esto se va a tener que acabar, Millie; los gatos, tus contornos y la 6ª Sinfonía de Tchaikovsky. América necesita a alguien de Europa del Este...
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