Después de contar todas las ovejas del mundo,
enumero ñus, caracoles,
camellos, alondras, etc.
Luego añado todos los zoos y acuarios,
país por país.
Con las primeras luces, me duermo
y tengo una pesadilla: me ahogo en el Diluvio,
y le grito, sobreponiéndome al encrespamiento del agua,
a un consternado Noé, pero su arca
prodigiosa sigue empequeñeciéndose en la distancia.
Ya es sólo una silueta en el horizonte:
la única embarcación que queda en la Tierra está a punto de desaparecer.
Zarandeado por las olas,
me concentro en la pareja de jirafas,
cuyos cuellos sobrepasan el techo,
para impedir que mi vida desfile ante mis ojos.
Cuando los animales desaparecen de la vista,
hago el muerto, con los ojos cerrados,
y veo a todos los peces de la creación,
multicolores, especie tras especie,
saltar una valla, en un campo de agua.
Grande Billy!
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