malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

jueves, 31 de julio de 2014

la femme de la terre



Me armo de desnudez para ti
no afloja la taquicardia de los amantes
se desvanece aún más la cordura si acaso

cuando te relincha el alma en el pecho
lo equilátero y lo deforme del corazón
se hace uno y bombea rojo a mares

vicioso horizonte siempre alejándose
descorcho el momento que no llega
con el afán de sacudirme el estremecimiento
pero el deseo es un gato que se eriza
y sus uñas espuelas al aliento

te amarras a mi respiración
sales y entras
un animal y su pulso
conquistas mis pulmones
pura posesión
tierra maleable, 
barro, entraña, arte.


me arrodillé en mitad del poema
y atravesaste mi columna lentamente
vértebra a vértebra
y lo temido
el sexo como cráter en la hembra
que siempre despierta

me dolía tu recuerdo en la boca
y podría haber hecho coraza
con los deseos que me amputé
pero siempre me preferí expuesta
lamiendo tus acantilados.









sábado, 19 de julio de 2014

valkiria

 


Llueve el calor de los cuerpos y la carretera te regala esa borrosidad tan cinematográfica que lo envuelve todo de onírica capa lynchiana.

Porque a mí me latía el corazón bajo el vestido
Porque a ti te latía el corazón entre las piernas
Fenómeno coronario lo nuestro, guerra de dioses pequeños que se baten en la tierra.

Y el pulso eterno contra la gravedad por enraizada en la memoria de la sangre.
En el recinto del drama todos alabamos al frío que nos busca en harapos, la humedad en los ojos, el honor del destrozo desnudado y lo déspota del hambre en el hombre.

Me duele tanto soñar como estar despierta y sé que la congoja es un puño cerrado que grita dentro.
Se contrae el horizonte mientras huye de un mar sin naufragios, porque qué sería del amor sin sus náufragos, sin sus privados holocaustos.

No somos nada sin nuestros epicentros estallados.
Nada más que travesías por el desierto entre encuentro y encuentro.
No muta el dolor, todo son lanzas cuando se ama demasiado desarmado.
Con la piel vuelta, acércate. Con las sienes incendiadas, temblando en el calor, con la ropa sucia del que viene de algún lado.
Que con la delicatessen de los perdedores que se tejen y destejen en sus propias telas de araña y con el “éxtasis de la primera visión” fundiremos el asfalto y abriremos cielos de carne con las manos.

A veces me zarandeo a mí misma y me pongo a pensar y a suturar abismos.
La eternidad es sólo decúbito supino, dices, y ahora simplemente quiero caer de pie.
Y ella, que soy yo, te contesta que sólo piensa en amar la vía que tritura su vena y la alimenta de ti. Y que se sostiene en la obsesión del caos que dicta la caligrafía de los cuerpos alborotados en los accidentes que son las camas. Que busca las trampas de tus fauces, y que en la loca álgebra de las pieles sueña ser tu valkiria cuando caigas, una y mil veces, una y mil veces.

viernes, 4 de julio de 2014

última cena (o ”l'esprit de l’escalier”)























Nuestra última cena se hará de las raspas que queden de los asaltos que nos hayamos regalado, cuerpo a cuerpo. 
A granel las caricias profundas, cual canicas de niño, rajando los bolsillos. 
Conquistando los seven eleven -pseudo-salidas de emergencia- tan hambrientos como devorados. 
Abanicándonos con el espanto de abandonar el mundo. 
Resuelta la ecuación de con esmero cuidarnos, el descanso será el mismo, 
idéntica meta del corredor de fondo 
al estático del pasillo. 
El responso nos lo perderemos, incluso tal vez, no lo merezcamos.

Travelling veloz de nuestra vida. 
Ejes que se rompen en pleno viaje. 
Encontrar acertados todos los errores 
y etérea la belleza, 
como en los cuerpos, como en las flores. 

Los libros y su olor a humedad para los hijos que no tuvimos. 
Carne de mercadillo.

Con elegancia prestar el asiento y el aliento. 
Abandonar el tour y justo entonces, 
encontrar la palabra exacta que no dijimos 
aquel jueves de abril, 
bajo aquel umbral aquella noche, 
saliendo del portal, 
pasado el control de aquel aeropuerto, 
lamiendo el sobre amargo, 
el segundo después de haber clicado enviar, 
el impulso que se ocultó, 
el ingenio demorado. 
Como dicen los franceses ”l'esprit de l’escalier”. 


Pero ahora, que aún no es tarde, 
ahora que como dice Palahniuk, 
la inspiración se basta de enfermedad, heridas y locura, 
ahora estamos aquí, tan depravados, tan lastimados, 
aún es nuestra la obra y el pedazo de escenario,
no sólo la soledad. 
Aún nos amanece. 
A tiempo de la caricia larga sobre el lomo. 
A tiempo del brindis, 
del beso de mañana somnoliento,
de ronronear obscenidades mojando desiertos, 
de coronar la cima latiendo, de rebosar incendios
a tiempo de la mirada y del gesto. 


Todavía quemamos las horas, todavía creamos ceniza antes de serla.