Yo deseo una casa de madera, una tosca casa vacía, sin muebles, desde la que pueda ver el mar y donde tenga algunos libros -muy pocos- y cuadernos de hojas en blanco: uno nunca sabe en qué momento pueda hacerse aún más vulnerable.
Yo deseo esperar tu llegada, que vengas cualquier tarde, y conversar sobre lo que tenemos y sobre lo que no deseamos, con la alegría de que ese paisaje sea el único, de que el mundo termine aquí y nos baste.
Parecerá un mezquino deseo, pero será suficiente tu cuerpo en la casa sin muebles, y a lo lejos el mar y quizá -porque a veces necesito del peor romanticismo- un velero encallado y un camino de arena por el que deberíamos pasear leyendo a Montaigne, mientras la tarde y su extinción nos recordaran lo serena que debe resultar toda despedida.
este hombre tiene bien gusto, a pesar de llamarse Abilio
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besos
*buen gusto
ResponderEliminarTambién lo deseo para mí,una casa vacía, con vistas al mar, y conversar y sentir el mar... y anhelar serenidad para afrontar las despedidas... Y que lejana mi realidad...
ResponderEliminarcaramba, cuanta tristeza bella y calma sosegada.
ResponderEliminarMe ha gustado.