cruzar un glorioso umbral en olor de multitudes rara vez da buen resultado. comer una manzana a veces lo da.
el hacha falla por un pelo y rompe la chimenea de la casa de una señora. luego rebota, te hiende, otra vez, ahí está, sí, ahí está otra vez.
¿cómo empezar de cero? ¿un magnum del 44? ¿una lata de cerveza? en el museo del dolor no se cobra entrada, es gratis como la mierda de mofeta.
de los prostíbulos de París a las ferreterías de Pasadena
de globos aerostáticos a minas de diamantes,
de gritar a cantar
de la sangre a la pintura
de la pintura al milagro
del milagro a la maldición.
la gente camina y habla hecha trizas
trizas de gente cortada como una tarta acuchillada,
ensartada y deglutida.
estoy sentado en un cuartucho escuchando un concierto de piano en la radio.
cada nota muerde, pellizca; caes en el espejo, apareces al otro lado mirando fijamente una bombilla.
Dios está sentado en Munich bebiendo cerveza verde. tenemos que dar con Él y preguntarle por qué.
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