es cierto, el silencio se creó el día en que ni tú ni yo escuchábamos. un día que sin duda fue un domingo -o un lunes, tanto da- y comprábamos pollo -siempre comprando pollo- y en la cola dijistes exactamente nada, y yo en correspondencia contesté precisamente nada, y fue tanta la nada que hizo cola que llegamos a casa y nos dijimos nada, muy despacito, para que se entendiera sin equívocos que juntos inventamos el silencio.
y que aparte del precio de un paquete de arroz y de un cadáver macilento, hacerlo no nos había costado nada.
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