No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que
vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni
guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.
Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.
Uhm! Mierda! La primera vez me ha dado error.
ResponderEliminarrebobino
Por partes.
Las letras de Julio Cortázar. Brutales.
La cala... Oh.
Mi último día allí.
La cerveza cayendo por mi garganta destrozada.
Mis pies cubiertos de arena mojada camuflada con polvo.
El esqueleto del edificio y los restos de pintura en mis huellas.
Buceando sin nada.
Buceando en la inmensidad. Chapoteando como si nada hubiese pasado.
Buceando y al lado ellas flotando. Como si hubiesen venido a por mí. Como los ultracuerpos. A por mi piel. Para dejarla allí. En el agua. Mi agua.
exquisito gusto también
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