Temprano, en la noche azul, murciélagos revolotean
en la calle a través de la lámpara que ilumina en isósceles.
En un impulso, tanto signos como soluciones:
Ella mira hacia arriba.
En la otra manzana, el camión de los helados
da la vuelta con su música. Un mundo por consenso
familiar da un giro en la fractura.
El hombre muerto se estaciona en la cochera.
Ella mira desde el umbral
mientras que detrás de ella una televisión
anima la pared. Ella reconsidera
cómo pudo llevarse a sí mismo desde el cementerio
hasta la casa, encorvado hacia delante,
su rostro inmóvil contra el volante.
Qué limitadas son las posibilidades
de nuestra reacción
al pasado inerte, al lodo endurecido,
a la demostración de aquel día de un fenómeno puro.
Congelada en la puerta corrediza, ella mira fijamente
a la figura sentada, grotescamente quieta en el coche estacionado.
Y no recuerda nada más que este sueño,
como si este le dijera: Aquí está el mundo. Tú
ni sabes de la violencia
en la que estás implicada.
en la calle a través de la lámpara que ilumina en isósceles.
En un impulso, tanto signos como soluciones:
Ella mira hacia arriba.
En la otra manzana, el camión de los helados
da la vuelta con su música. Un mundo por consenso
familiar da un giro en la fractura.
El hombre muerto se estaciona en la cochera.
Ella mira desde el umbral
mientras que detrás de ella una televisión
anima la pared. Ella reconsidera
cómo pudo llevarse a sí mismo desde el cementerio
hasta la casa, encorvado hacia delante,
su rostro inmóvil contra el volante.
Qué limitadas son las posibilidades
de nuestra reacción
al pasado inerte, al lodo endurecido,
a la demostración de aquel día de un fenómeno puro.
Congelada en la puerta corrediza, ella mira fijamente
a la figura sentada, grotescamente quieta en el coche estacionado.
Y no recuerda nada más que este sueño,
como si este le dijera: Aquí está el mundo. Tú
ni sabes de la violencia
en la que estás implicada.
hola miss desastres
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