La vida siempre apuesta por la vida.
En caso de hemorragia nuestro cuerpo
irá sacrificando,
uno a uno,
sus órganos vitales,
para así alimentar nuestro cerebro
unos segundos más.
Es complicado
escribir un poema donde quede
reflejada esta idea. Pero sirve,
sin embargo, en las tardes otoñales,
cuando todo parece estar muriendo
y el amor se pasea en gabardina,
sirve leer un libro y descubrir
que hay algo indefinido que jamás
se deja convencer, que no se rinde,
un instinto suicida que no atiende
a ninguna palabra salvo vida.
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