He llegado para claudicar juntos en tu invernadero abandonado
y devorar crudos todos y cada uno de tus eneros,
roer tus costillas como barrotes que enjaulan tu alma
dejar de ser cuadro en la pared para ser paisaje en la ventana.
He llegado para achicar agua en tu lagrimal
para acompañarte en tu aria del fracaso
y golpear como un bordón en tu costado
cada vez que creas no sentir nada
cada vez que te sientas amenazado por agujas de hielo en tus sienes
cada vez que olvides el sabor del pecado
Para serpentear contigo he llegado
para reptar por calles que no nos aman
para usar la vida y atragantarnos de luz
allí donde eres la foto antigua que revivo con mis labios
allí donde criaremos juntos manojos de esperanza
como hierbabuena en la terraza
He llegado para atajar ese frío donde cría el dolor
a sus cobardes soldados del recuerdo;
para asesinar la tarde en la que cuaja la desidia
como una capa de hielo.
He llegado allí donde eres cauce y eres ribera
para ser tu caudal y llenarte. Y amarte.
Menudas pretensiones para arribar al lugar de alguien, como chiens clochardes, o como instinto gregario puro. Como si la incondicionalidad existiese y la fusión alcanzase el plural. Y encima con amenazas de inundarlo todo. Sería la belleza encarnada, y me parece que vale soñar con eso. Besos.
ResponderEliminarcada vez que olvides el sabor del pecado
ResponderEliminarpara usar la vida y atragantarnos de luz
allí donde eres la foto antigua que revivo con mis labios
He llegado para atajar ese frío donde cría el dolor
Miss, querida, tus palabras tienen el pulso de la sangre, de esas primeras sangres sin licuar, las que escuecen y espesan los versos. Un fuerte abrazo.