Quiero amarte a la japonesa,
amarte mucho,
no me
des tregua,
no me des domingos,
ni descansos para fumar.
Alguien ha dado con el punto exacto en el que se siente el
amor. Alguien ha dado con él y no nos lo dice. Lazarillo maquiavélico, lo ha llenado todo de pistas
falsas y no somos pointers, somos simples y retorcidos humanos demasiado
crédulos, esperanzados, estáticos y erráticos. Si tuviéramos alas en lugar de
brazos, soñaríamos con darnos la mano.
Unos creen sentirlo en los ojos, que se
tornan mares calientes y rebosan sal, se desbordan, llenos de algo inconcreto que
nos hace sentir más que bien, distintos.
Otros sienten un niño travieso
pellizcando el estómago en una mezcla de hambre, rabia dulce y ansiedad.
Los
hay que tropiezan con todo, con manos enjabonadas a las que se les escurre cualquier
cosa que no sea el amado, esos han abandonado el mundo como tal, han roto los
volúmenes, viven en un desmayo y nuestra palma frente a sus ojos diciendo eo,
estoy aquí, simplemente no existe.
Algunos aman con el cerebro y han
iniciado ese viaje del que no regresamos nunca, el viaje de los sueños y los planes,
y digo no regresamos nunca ya que normalmente son en voz baja, para adentro y acaban abandonados porque en ocasiones se ha roto el juguete antes de sacarlo de la caja, venía
defectuoso, dicen, no sé, tal vez le imaginábamos magia y al final el mismo
desencanto.
Otros lo sienten en las piernas en un cosquilleo delicioso, nunca
un batallón de hormigas fue tan bienvenido en una suerte de incendio amado y algo más que creemos eterno: la inexplicable furia del deseo.
Es importante escucharse, buscárselo por dentro, ser como un
coche que por el ruido del motor nos indica qué le pasa. Estamos vivos o eso
gritan nuestras constantes vitales. Y cuando se
alteran todas, temperatura, pulso, respiración y presión arterial, aunque no sepamos de dónde viene, aunque no lo ubiquemos, no estamos
sólo vivos, hay algo más.
La exquisitez de este texto me sacude el polvo de certezas y la del objetivismo estreñido que organizó mi manera de pensar, de amar y desear, mientras se me escapaba la vida y la interocepción de las emociones.
ResponderEliminarBesos y espasmos
después de lo que ha dicho el Sr. Mothman me parece tan ridículo tratar de añadir algo más que prefiero dejar un abrazo y leer en silencio.
ResponderEliminargracias a los dos: de corazón
es una frivolité teneros como lectores cuando lo verdaderamente exquisito es leeros.
ResponderEliminarde corazón, gracias