C a n t o v i l l a n o
y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos
y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos
C l a r o s c u r o
yo soy aquella
que vestida de humana
oculta el rabo
entre la seda fría
y riza sobre negros pensamientos
una guedeja
todavía oscura
o no lo soy aquí
sino en el aire nublado del espejo
mirada ajena mil veces ensayada
hasta ser la ceguera
la indiferencia el odio
y el olvido
en la fronda de sombras y de voces
me acosan y rechazan
la que fui
la que soy
la que jamás seré
la de entonces
entronizada entre
entronizada
me contempla la muerte
en ese espejo
y me visto frente a ella
con tan severo lujo
que me duele la carne
que sustento
la carne que sustento y alimenta
al gusano postrero
que buscará en las aguas más profundas
dónde sembrar
la yema de su hielo
como en los viejos cuadros
el mundo se detiene
y termina
donde el marco se pudre
yo soy aquella
que vestida de humana
oculta el rabo
entre la seda fría
y riza sobre negros pensamientos
una guedeja
todavía oscura
o no lo soy aquí
sino en el aire nublado del espejo
mirada ajena mil veces ensayada
hasta ser la ceguera
la indiferencia el odio
y el olvido
en la fronda de sombras y de voces
me acosan y rechazan
la que fui
la que soy
la que jamás seré
la de entonces
entronizada entre
entronizada
me contempla la muerte
en ese espejo
y me visto frente a ella
con tan severo lujo
que me duele la carne
que sustento
la carne que sustento y alimenta
al gusano postrero
que buscará en las aguas más profundas
dónde sembrar
la yema de su hielo
como en los viejos cuadros
el mundo se detiene
y termina
donde el marco se pudre
El primero es gástrico y el segundo es el primero de nosotros, entonces me voy pensando que la poesía es la hija póstuma de las estrellas. Esas que tienen cielos dentro.
ResponderEliminarBs.
¿Qué se le ha perdido al hueso roído, tan de amor, amor tan duro, en otro plato?
ResponderEliminarQue regrese, o allá se pudra.
Besos
Cada vez que entro en tu blog, me agrada más lo que veo...
ResponderEliminarLa muerte que está al acecho de la vida, de l amor, incluso del odio. Buenos poemas, amiga.
Un abrazo, Ann@