" La lengua debe poseer todas las escalas musicales. El poeta debe siempre, en todos los casos, contar con la palabra temblorosa, la que me cuenta la cosa, la que con su acierto puede vulnerar mi alma hasta hacerle gemir. La palabra puede convertirse en color, en sonido, en olor; es tarea del poeta usarla de manera que funcione, que nunca falle y nunca rebote.
(...)
Debemos poder gozar y burlarnos con la masa de palabras; se debe saber y conocer la fuerza de la palabra, no sólo la fuerza directa, sino también la secreta. Las palabras tienen otras tonalidades, que se encuentran por encima, por debajo y al lado de ellas. "
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