He vivido una extraña y patética infancia.
Jugaba a los cochecitos, creía en la amistad,
Y muy a pesar mío ya suscitaba piedad.
La agonía de las flores es brutal
Como lo contrario de una explosión,
La putrefacción de sus pétalos
Evoca nuestro desamparo.
Crecí en medio de maquinas de placer
Que atravesaban la vida sin amar, sin sufrir;
yo no he renunciado a ese mundo ideal
Entrevisto entonces. Y a menudo me he hecho daño.
La agonía del hombre es sórdida
Como una lenta crucifixión.
No se llega a hacer el vacío;
Uno muere con sus ilusiones.
como la flor, uno muere con las ilusiones que otros le sembraron
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