Cuánta impostura que se amarra dentro. cada noche me prometo
y cada madrugada me defraudo.
si esto no es respiración artificial, apaga y vámonos.
me duele el brazo, el tío que me sacó sangre ayer a las ocho
y cuarto de la mañana estaba más zombie que yo. se me está amoratando. bonito
souvenir de hospital.
mismos escenarios, mismo café aguado, mismo atasco, misma
brisa, momentos atrapados en ámbar. y el dolor es virtuoso y se exhibe, como
una prima donna, atando con un pacto a lo paganini las cuerdas rotas de mis
gemidos para echárselos a los perros o ni eso.
intento driblar el desasosiego como si aún llevara el
catorce en mi espalda. intento pensar en otras cosas. pienso en como la lluvia
lo está intentando y noto su peso en el aire. su humedad. lo noto igual que
noto cuando algo te callas. bebo té blanco descalza. leo a billy collins y me
sacude esta geografía desordenada de lo que siento y no siento. y el
desastre parcelado inunda todos mis ángulos, como un todoterreno que se me
hubiera empotrado dentro. trueba dice en su columna de el país: el ser humano
aspira siempre a la condición de zombi. yo debo ser mi propio
estramonio. se me derraman las paredes de este sábado encima. y yo me
dejo. bandera blanca o algo así.
somos hijos de la derrota y debemos gritarlo bien fuerte, el resto no es capaz de hacerlo.
ResponderEliminarinmenso abrazo.