I n t e r m e d i o
Entre una imagen tuya
y otra imagen de ti
el mundo queda detenido.
En suspenso. Y mi vida
es ese pájaro pegado al cable
de alta tensión,
después de la descarga.
E s p e j o s
Duelen tantas
cosas,
¡tantas!
Aquellas, por
ejemplo, embadurnadas de azafrán,
que aprisionan
espejos hastiados
de contornos y
angustiosa ambigüedad.
Mirad cómo en ellos
se alarga
el intangible
volumen de la inexistencia,
mirad cómo se
encogen los ecos
y se abalanzan,
formando punteados
y guturales
reflejos de la imagen;
mirad cómo el
castigo
no se refleja, no
se exhibe,
pero muerde,
apuñala
y se derrama en
jirones de vida
siguiendo el hilo
de las canas
y los silencios
arrugados
en los muslos de
los viejos.
Mirad de qué
extraños colores
se disfrazan los
cristales
al repartirse los
despojos
de un mundo
soñado.
Ah, quién pudiera
contemplarse
en espejos
desiertos
y ser tan sólo
aquello
que sueñan las
ondas
cuando atraviesan,
rozan, hexagonean...
y se
dispersan.
A n d u v e p o r e l d o r s o d e t u m a n o, c o n f i a d a...
Anduve por el dorso de tu mano, confiada,
como quien anda en las colinas
seguro de que el viento existe,
de que la tierra es firme,
de la repetición eterna de las cosas.
Mas de repente tembló el universo:
llevaste la mano a tus labios
y bostezando abriste la noche
como una gruta cálida.
Llevabas diez mil siglos despertando
y el fuego ardía impaciente en tu boca.
A x i s m u n d i
Desciendo
desciendo al cuerpo y veo
la lombriz de mi espíritu
alojada en mi vientre.
Subo, subo en espiral
hacia el motor del mundo
huyendo
huyendo del mareo
del mal de ser sola
tan sola entre las vísceras
subo al latido
me alojo
en su arritmia y descubro
mi rostro de lombriz
adherida a las válvulas
y asciendo
sigo ascendiendo en busca
de una razón que diera
sentido a mi existencia
me deslizo en la tráquea
bloqueo las palabras
asciendo
resbalo. Hay un agua
viscosa tras los ojos
resbalo y se me pegan
imágenes de un mundo
apenas insinuado
asciendo y al llegar
a la cúpula descubro
que sus paredes lisas
transparentes, vacías
tienen la textura
carnosa de mi vientre.
He bajado al espíritu
he subido al instinto.
La misma lombriz tensa
el eje que mantiene
erguida mi cintura.
El nombre que le ponga
ahora será el tuyo
pero su nombre es el
de aquellos que he amado
de aquellos que amaré
es todos y ninguno
el eje que mantiene
erguida mi cintura
me previene de ti
te crea a mi medida
y asume el reto
de ser muchos
de ser tantos
que da la impresión
que no cabrá mi espíritu
adentro de este cuerpo
que no cabrá este cuerpo
adentro de mi espíritu
por eso muero un poco
cada vez que te nombro
y sin nombrarte apenas
alcanzo a definirme.
Mi vientre es quien pronuncia
las sílabas secretas
que se inscriben arriba
en la cúpula.
Mi existencia es señal
de un fuego
que arde eternamente
en sí mismo.
Maillard es un regalazo.
ResponderEliminarlucidez en su lógica borrosa.
Maravillosa, Chantal. Maravillosa, maravillosa....La impresión de leerla no me cabe en el cuerpo. Besos, Miss
ResponderEliminarUna poeta monumental.
ResponderEliminarAmiga,
ResponderEliminarNos has regalado cuatro magníficos poemas. el cuarteto tiene gancho y una dosis fuerte de angustia, de el último eco de una vida marchita por vejez, desamor, depresión o pena de no vivir lo que de verdad anhelas.
Muy significativas y provocadoras, la imágenes... El arma de fuego apuntando a ¿quién? a los lectores a ese que ha destrozado tu corazón a esa vida que se esfuma o a ese espejo en el que te ves reflejada?
Gracias por este hermoso regalo. ¡Feliz año! Ann@
perdón por discrepar, pero, sinceramente, es demasiado místico para mi gusto
ResponderEliminar"Mi existencia es señal
de un fuego
que arde eternamente
en sí mismo"
¿no es excesivo? más que a poesía, me suena a metafísica
Espero que no salga rebotada alguna bala del revólver de esas chicas tan sexis y me haga una herida
un abrazo
Me encantan tus excesos.
ResponderEliminarChantal escribe hermosísimos poemas de tono filosófico. Recomiendo " Matar a Platón" y " Escribir "
ResponderEliminarIncreíble, cada vez que la leo.
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