Si desatamos las palabras
y quemamos con soles los días ciegosdejando que nos inunden las corrientes y la luz,
y nos leemos la piel en los poemas
porque somos libros de esquinas gastadas
que conocen sus mejores fragmentos,
podemos abarcar tormentas
en las mandíbulas del deseo
y defendernos haciendo un arco con la madera vieja de la tristeza
y el hilo tenso de la rabia que se nos tatuó sin pedirlo
cuando nada tenía sentido
ni siquiera nosotros
así, buscando el cepo porque lo propicio es caer
en nuestras trampas, en nuestros brazos
y darnos caza
con el fin del uno en el otro refugiarnos
olvidando el escalpelo del espanto
y las tardes precipicio en las que asoma sólo el llanto derramado.
así es como encontramos ese limbo del dolor gozoso
y nos volvemos hacia la noche
y nos abrazamos a los versos que contienen lo que se nos desborda por dentro
cuando todo cobra sentido
incluso nosotros.
Desatar a las palabras, de ataduras que las vuelven intrascendentes. Un abrazo.
ResponderEliminarme quedo en la primera mitad porque la otra me resulta demasiado intrascendente a su lado. abrazo
ResponderEliminar¿Tiene algo sentido después que tu madre te dice que eres hijo de un pájaro que se extinguió?
ResponderEliminarNo lo sé, pero te mando un abrazo.
una maravilla miss, de principio a fin. y el poema también.
ResponderEliminarinmenso abrazo.
Cuando se desatan las palabras ocurre que un torrente de versos, cual de todos más intenso, se desparrama desde las profundidades del sentimiento.
ResponderEliminarGenial!!
Un abrazo