Y O S O Y
A S T A R T É
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
FEDERICO G. LORCA
Desnudé mis pies para tu boca.
En ella, mi
danza se calza
con las notas
de esta imperfecta partitura
porque mi
nombre es Astarté,
la que lucha,
la que vence,
la que
cabalga río arriba.
En este mundo
que habito,
las normas se
establecen
en el
delimitar de las manos,
en cúmulos
expectantes
de las
sombras que tú llenas,
de las
miradas que yo permito.
Y me esperas,
siempre me
esperas,
porque yo soy
Astarté,
la que lucha,
la que vence,
la que galopa
en el río de cantos negros,
cuando tú
ejecutas un guión pactado
que mantiene
la distancia precisa
entre el
laurel y la paloma.
Y a pesar de
que sólo existes
porque yo así
lo quise,
me enredas en
un vértigo de huidas.
Y O S O Y E L
F I N A L D E L V I A J E
Me miras con ojos de negras ciruelas
mientras te balanceo en este oleaje
que provoca mi cuerpo,
roca que abraza tus mareas.
Rozas mis orillas
cuando caminas por la senda abierta
de una voz que te reclama.
Escucha mi canto.
No soy la sirena que desvía tu rumbo.
Yo soy
-bien lo sabes-,
el final del viaje que tu mapa señalaba.
Me miras con ojos de negras ciruelas
mientras te balanceo en este oleaje
que provoca mi cuerpo,
roca que abraza tus mareas.
Rozas mis orillas
cuando caminas por la senda abierta
de una voz que te reclama.
Escucha mi canto.
No soy la sirena que desvía tu rumbo.
Yo soy
-bien lo sabes-,
el final del viaje que tu mapa señalaba.
Justo me estoy leyendo ahora Un poeta en Nueva York y no encuentro una cita que vaya mejor con el primer poema. El final es sencillamente brutal.
ResponderEliminarAbrazo.
El final del camino no siempre es el final del viaje...
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