Si
no podemos traficar con caricias profundas
por
lo menos déjate en mí algo olvidado,
algo
con lo que invocarte,
algo
para el abuso
cuando
me faltes irremediablemente demasiado,
cuando
me sienta pequeña, sucia y devorada
por
las luces que siempre se quedan fuera de mi cuarto.
Pero
no arribes a mí como un bardo,
contándome
mi propia historia,
que
esto no existe,
que
es mi Macondo privado,
como si yo ajena a todo
no fuera capaz de lo mejor y lo peor.
como si yo ajena a todo
no fuera capaz de lo mejor y lo peor.
Te
pido que me dejes anclar tu temblor en mi cabeza,
para hacer de ello un eco perpetuo
para hacer de ello un eco perpetuo
a
través de cual zafarme de la mediocridad que me envuelve
y que me sostiene, pinza y arrastra a
y que me sostiene, pinza y arrastra a
la
gangrena de la fatiga.
Y
es que no me canso, como perra, de rogarte
que
te acerques y que te rompas,
que
saques ya tu bestiario de corazones/sueños abandonados,
y
te reconozcas,
por
y para siempre,
en
el fango
y
en la desidia
que
te viene desfigurando,
así
poco a poco,
como
un espejo cruel
que
te saca los golpes y las aristas
que vas acumulando.
Cuando te sientas pequeño y devorado.
que vas acumulando.
Cuando te sientas pequeño y devorado.
Tropa
esquizofrénica de caballos perdedores somos,
de los que amarran quimeras a la pata de la cama
de los que enceran barras de bar con sus palabras lloradas
enderezando sus vidas tres cuartos de hora
en cantos heroicos de madrugada,
prometida tabula rasa para el redentor,
hasta que llega el engrudo de la realidad
y retornamos a la condición de rehenes,
de los que amarran quimeras a la pata de la cama
de los que enceran barras de bar con sus palabras lloradas
enderezando sus vidas tres cuartos de hora
en cantos heroicos de madrugada,
prometida tabula rasa para el redentor,
hasta que llega el engrudo de la realidad
y retornamos a la condición de rehenes,
donde el dolor de la vida sea fácil de confundir con una simple resaca
De los que lo saben todo del amor zigzagueante,
de las eses ebrias del mentirse a uno mismo
pero que siguen atravesando los años
como si fueran ríos de miseria que han de llevar a alguna parte.
Con
los corazones ahí
como un cuenco,
como un cuenco,
como
la gorra de pobre,
aguardando llenos de desesperanza trenes en mitad del mar
aguardando llenos de desesperanza trenes en mitad del mar
con
la ansiedad masturbatoria del que huye dentro su propia carne.
Me preguto quién se creerá caballo ganador, leyendo semejante "saca caretas". Un abrazo.
ResponderEliminar"Deja en mi algo olvidado". Sencillamente hermoso. Saludos.
ResponderEliminarme acabas de recordar cuántos macondos sobreviven a mi realidad. no sé si darte las gracias o arrojarme por la ventana (aunque tiene rejas y además... es un bajo) Eso sí, el poema tiene la fuerza que ya empiezo a encontrar demasiado habitual en tus escritos, aunque tú ya sabes, para algunas cosas nunca es demasiado. Besos
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