y
t ú m e d i c e s
Y tú me dices, que tienes los pechos vencidos de esperarme,
Y tú me dices, que tienes los pechos vencidos de esperarme,
que te duelen los ojos de tenerlos vacíos de mi
cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que
olvidas el tamaño caliente de mi boca.
Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre en las palabras de repetir tu
nombre,
de golpear mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en besos
desde la ausencia en la que tú me gritas
que
me estás esperando.
Y tú me lo dices que estás tan hecha
a este deshabitado ocio de mi carne
que apenas sí tu sombra se delata,
que apenas sí eres cierta
en esta oscuridad que la distancia pone
entre
tu cuerpo y el mío.
j
e e t s u
n a u t r e
Vengo de muchos libros y de muchos apremios que la
imaginación dejó inconclusos. Vengo también de un
viaje absolutamente maravilloso que no hice nunca a
Samarcanda. Y de un temor consecutivo vengo igual
que de una madre. Soy esos hombres juntos que
mutuamente se enemistan y ando a tientas buscando el
rastro de una historia donde no comparezco todavía.
¿Seré por fin ese protagonista que desde siempre ronda
entre mis libros y que también está aquí ahora
sustituyendo a quien no sé? Sólo el presente puede
modificar el curso del pasado.
Vengo de muchos libros y de muchos apremios que la
imaginación dejó inconclusos. Vengo también de un
viaje absolutamente maravilloso que no hice nunca a
Samarcanda. Y de un temor consecutivo vengo igual
que de una madre. Soy esos hombres juntos que
mutuamente se enemistan y ando a tientas buscando el
rastro de una historia donde no comparezco todavía.
¿Seré por fin ese protagonista que desde siempre ronda
entre mis libros y que también está aquí ahora
sustituyendo a quien no sé? Sólo el presente puede
modificar el curso del pasado.
Una clase magistral.
ResponderEliminarSiempre aprendo de tu espacio, pero mi no memoria me pierde.
Besos