La poesía entra en el sueño como un buzo en un lago.
La poesía, más valiente que nadie,
entra y cae
a plomo
en un lago infinito como Loch Ness
o turbio e infausto como el lago Balatón.
Contempladla desde el fondo:
un buzo
inocente
envuelto en las plumas
de la voluntad.
La poesía entra en el sueño
como un buzo muerto
en el ojo de Dios.
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Que se hunde en su efímera mística
para clavarle una cruz en la retina.
La poesía entra en el sueño
como un buzo se sumerge en la palabra,
en busca del monstruo de la inspiración
que ahuyenta la pesadilla exterior.
El ruido de existir.
(Perdóname, Roberto).-