Entre los mitos, Dios, el más brutal,
no alcanza ni a salvarme de mí mismo
porque es sólo una calle sin salida:
atribuyéndole algún sentimiento
pierde el misterio, que es su única fuerza.
Me lo imagino como un cementerio
de coches, el de Dios. Armazones y restos
de piezas metafísicas dispersas.
Los mitos son la claridad
tras la cual encerramos todo lo que es oscuro.
Vienen de algún profundo error de la memoria.
Vivir, al cabo, es buscar consuelo.
Buscarlo en el dolor de las palabras.
En la gris melodía de la lluvia.
En ese tedio militar del viento.
En el de ayer, un cielo sin oxígeno.
No estaba mejos, no era difícil. No era más
que este poema épico si épica.
Nietzsche se equivocó: somos más fuertes
cuanto más débiles son los mitos.
l a h o r a m á s g r a v e
En la ventana está la estrella
del alba, fija y reluciente,
sola en el cielo negro.
El bar de abajo aún no ha abierto,
tan sólo se oye el dócil rumor del oleaje,
y ese tímido y triste canto del primer pájaro.
Me he quedado solo, como aquellos
que no han amado nunca sus errores.
De los de juventud el mayor fue ignorar
que pronto llegarían
unas crueldades que desconocíamos.
Es de esto de lo que hablan, con lentitud las olas.
Se oye un tren que pasa por el puente metálico
que, sobre los tejados, cruza el pueblo.
Es un grito de amor desesperado.
Una triste ternura que se va.
u n l u g a r
No estaba lejos, no era difícil.
Lo único lejano y difícil es la costa
que dejo atrás y nunca más veré.
Un desastre inocente está en silencio
dentro del mito de un pasado inútil.
Que es brutalmente inútil.
Tanto, que es falso. Brutalmente falso.
Este que hoy me rodea es un lugar
de mar adentro.
Un lugar triste, pero de verdad.
Hasta aquí un leve viento se abre paso
desde el ayer y trae aquel bellísimo
Ploreu, ploreu que, com el mar, resuena
en el "Cant del Retorn". Estamos perdidos.
Estamos perdidos, no hay dios que nos ampare. El brutal, es el preferido de los tiranos, nosotros lo sufrimos. Un abrazo.
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