Pellizcaré tus nalgas en cines de barrio,
compartiremos un abrigo en heladas esquinas,
te dejaré un pañuelo para que llores la muerte
de los últimos gorriones
compartiremos un abrigo en heladas esquinas,
te dejaré un pañuelo para que llores la muerte
de los últimos gorriones
y leeremos a Baudelaire en ediciones antiguas
mientras Isolda muere de amor por vez centésima
o buscamos olvidados autores por librerías de viejo.
Dirán que fuimos tristes,
tan tristes
que la lluvia se nos pegaba a los zapatos
y murieron de nuestra enfermedad muchas palomas,
Rachmaninoff tocará nuestro concierto,
nos arrancará lágrimas con sus manos de plástico
y nadie llegará a entender qué sabor tiene
amanecer después de una derrota, esparcir
los calcetines zurcidos por el suelo
y tomar el más largo entre las manos
para hacerte con él un torniquete
mientras le dices
alguna palabra quizá que ya no entiendes, o esperas
que se apague el último sol entre los visillos
y nos delate viejas letras en tu canción de ahora.
mientras Isolda muere de amor por vez centésima
o buscamos olvidados autores por librerías de viejo.
Dirán que fuimos tristes,
tan tristes
que la lluvia se nos pegaba a los zapatos
y murieron de nuestra enfermedad muchas palomas,
Rachmaninoff tocará nuestro concierto,
nos arrancará lágrimas con sus manos de plástico
y nadie llegará a entender qué sabor tiene
amanecer después de una derrota, esparcir
los calcetines zurcidos por el suelo
y tomar el más largo entre las manos
para hacerte con él un torniquete
mientras le dices
alguna palabra quizá que ya no entiendes, o esperas
que se apague el último sol entre los visillos
y nos delate viejas letras en tu canción de ahora.
y nadie llegará a entender qué sabor tiene
ResponderEliminaramanecer después de una derrota
sublime
El gris tiene infinitas tonalidades
ResponderEliminarPrecioso.