malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

miércoles, 27 de octubre de 2021

Patti Smith, guardiana de la flema, mustang salvaje del rock' n 'roll y tantas otras cosas

 



EL CREADOR DE AMOR

Te vi a ti que eras yo
un silbido en la boca torcida
con saco de cuero y pantalón marrón
cruzando el campo desnudo

con huesos estivales largos y secos
en la amplitud de nuestro gran día
a media tarde y la noche más larga
pisabas fuerte con la cabeza al aire

Te vi un lastimero espectro
que azuza el fuego de los antiguos
arañados con palos frutos y espinos
como el néctar para su argumento

Te vi caminar por extensos campos
lejanos como el dedo de la Providencia
lejanos como los montículos que llamamos colinas
montañas talladas del corazón de la losa

Te vi hurgar en el saco
esparcir semillas por doquier
como el leñador tala a hachazos
roble fresno y los distintos pinos

para escritorios que reflejarán
un fajo de versos que hablan de árboles
que encierran toda sobria esperanza
toda borrachera como baño sagrado

Vi el libro en la estantería
Te vi a ti que eras yo
Vi al fin el saco vacío
Vi la rama que te daba sombra





EL LARGO CAMINO

Será mejor que aquí caminemos de puntillas
mientras por seguridad yo voy a la cabeza

Robert Louis Stevenson

Vagábamos con abrigos negros,
tiempo barrido, tiempo barrido,
dormíamos en dejadas chimeneas,
salíamos para hacer frente a la lluvia.
Mojados, embarrados, un poco idos,
sorteando surcos, masticando bulbos,
tanta hambre teníamos, tulipanes
fulgurantes de pétalos rotos.

Adornados con ombligos de Venus,
sudábamos a mares hacia el frente elegido,
el susurro de un rastro que en parte conocíamos,
lluvia que no era lluvia, lágrimas que aún no eran lágrimas.

Y el grial, ay, lo teníamos tan cerca,
con su capa de aluminio, envuelto en el sol.

Gladiolos en plena floración estallaban
por todas las rendijas. El mundo entero
ansioso porque las santa madre inspeccionara
nuestro mentón y repitiera la cantinela:

Te has manchado de mantequilla.
Cuánto te gusta la mantequilla...

y asaltamos una colina invadida de amarillo.

Montamos a caballo, vagamos por bosques,
hadas traviesas bailaban bajo nuestros pies.
Las ramas nos azotaban la cara.

Nuestro reino detrás de una alambrada...

Luchamos en las canteras, pulimos mármoles,
de rodillas disparamos por el botín en fervientes círculos.

Montamos furiosos campamentos,
nuestras tiendas perforadas por estacas,
marcadas a navaja...
zorrillos calibrando la tierra dura,
maldiciendo el barrizal cuando nos hundíamos.

Recogimos centeno, rellenamos sacos, hicimos almohadas
para nuestros hombres. Frotamos la sangre de catres empapados,
cubrimos la cabeza inerte de los mártires, llevamos en equilibrio
cubos llenos hasta el borde
y no vimos nada y lo vimos todo.

Nos subimos a lomos del gran oso, metimos el cucharón
en el lechoso licor vertido como un lago blanco ante nosotros.
Nuestros osados barcos soltaban obscenidades escritas
en velas de pergamino, flotando en ríos iletrados, volcados
en sangrientos charcos de fango tras la lluvia.

Tocamos alabanzas con cuernos de animales sagrados:
abucheos, confesiones, rezos adolescentes
tejidos hasta formar tapices de jardines enclaustrados.

Ya no teníamos madre, y rasgando hilos infinitesimales,
los juramentos surgieron con más violencia sin mala voluntad
salvo la de haber nacido: nuestra lealtad al avance
y al movimiento de las estrellas.

Una luz azul proyectada desde la gorra de un ser
que ya no podíamos nombrar. Subimos las escaleras
hasta un cielo aún más azul surcado por banderines,
sangrando al viento. Saboreamos el espectáculo.
Luego desapareció, pero ya nos habíamos ido.

Poseíamos un resplandor nuevo. El rocío nos caía
por la nariz. Alardeábamos del brillo de la piel,
la mudábamos sin un suspiro. Algunos levantaban la linterna.
Otros parecían caminar con luz propia.

Feroces montículos que no eran montículos, en el horizonte...

Al acercarnos caímos sobre masas de abrigos
abandonados por los almirantes, el púrpura de reyes destronados,
medallas de honor, botas militares de piel de lengua de perro,
vales, guaridas de animales, armiño y vellón lucidos por
los de mayor rango, príncipes y pilotos, magos y místicos.

Mas ningún rango teníamos nosotros, pescando harapos tejidos por ciegos.
El nuestro era un país de hoyos. Estaban vacíos.
Y, sin embargo, albergaban todas las esperanzas de un niño:
nuestra historia feliz, nuestra vida feliz,
cortadas con la tela de una lucha extática.

En cuanto supimos adónde íbamos, reptamos
con abrigos consagrados. Podríamos haber seguido para siempre
de no ser porque aquí y allá nos tiraban del almidón de las mangas

Le rompimos el corazón a nuestra madre y nos convertimos en quienes somos.
Seguimos respirando y, por tanto, nos marchamos,
borrachos, abrumados, cada uno de un dios.

Ahora apaga la linterna.
Pon el pulgar en la mecha.
Si se pega, te quemarás.
Si se apaga, te convertirás
en un rayo de luz que se extinguirá
en la noche, transformado en un sueño
adornado con baratijas.

Vimos los ojos de Ravel, perfilados de azul, dos veces
parpadearon. Cantamos arias propias, cánticos decepcionados,
blues inertes de terreno sagrado y zapatos mortales,
de infanterías olvidadas y distancias jamás soñadas...
Pero solo llegamos a una colina humana, compuesta de soldados de madera
vigilando en los pliegues de las mantas, tan cerca como la mano de un hermano,
tan lejos como el sueño, la orden de un padre...

...el largo camino, hijos míos.

Surgimos de nuestros capullos de polilla vivos en la noche,
el cielo emborronado de estrellas que ya no vemos.
El credo de un niño cosido en los pañuelos...

Dios no nos abandona nunca,
somos lo único que conoce.
No debemos abandonarlo,
él somos nosotros,
el éter de nuestros actos.

Los silbidos de un vagabundo, tiempo barrido, tiempo barrido.
Dormimos. Conspiramos, tensamos la vibrante cuerda.
Cohibidos pero contentos, empezamos de nuevo.




Diario. Domingo. 8 de abril. 1973.

Muere Picasso

Abril es el mes más cruel etc. ¿Qué queda?

Los husos de Brian Jones. El amigo Jim Morrison. La bandana

de Jimy Hendrix. El ángel de la cinta de la frente. La guirnalda de Judie.

El cuello almidonado de Baudelaire. El birrete

esculpido de Voltaire. El yelmo de los cruzados como

un templo en sí mismo. El bolso de viaje de Rimbaud. Su genuflexión

artificial. Espacio surrealista. Cerebro de pájaro de Brancusi.

Fragmento de Picasso riendo.












Oraciones. 

a Arthur Rimbaud. 

Él era joven. Tan malditamente joven. Completamente maldito. Borracho con la Sangre de muñecos bebés. Potencia, risa enloquecida, corriendo codo a codo con su visión y su demonio. Precozmente penetra el culo de los muñecos. Clava alfileres en las cabezas de los inocentes. Mala semilla de spleen dorado. Ja Ja. Portador de la última risa. Cabellos rubios enredándose en tu respiración vital. Hidrógeno blanco. Rimbaud. Salvador de los científicos olvidados: los alquimistas. La alquimia de la palabra. El poder de la palabra. Rayos de amor. Balas en el altar. Obscenas ceremonias. No dejan pruebas sobre las pistas. Oro. Detrás. Rimbaud bendito. Rimbaud herido. Rimbaud: ángel con mangas de cabello azul. [NO] luz sin sombra. Rimbaud era una piedra rodante. ¿Son todos los profetas perseguidos? Era demasiado joven.






Imaginar esa grabación de Horses, con 29 eléctricos años, sin saber dónde llegaría. Y ahora yo, en un atasco temblando porque su rabia quedó atrapada en esa resina magnética que son los vinilos, mientras Free money me está erizando la piel y la piel es de quién la eriza, de quiénes te la erizan. Imaginarla saliendo del estudio con su banda, sin saber muy bien lo que había hecho y lo que sería, dirigiéndose a cualquier antro a seguir celebrando la vida, enloquecida, febril, desbocada, con la piel vuelta, histérica, galopando, arañando, siendo, latiendo. 

MDN







viernes, 22 de octubre de 2021

Demasiado






A esta hora de la noche ya sabemos lo que hemos sacado del día, como si fuera un pozo en el que nos sumergimos, con ansiedad y deseo. La noche es una copa de mal, escribió Vallejo, será por eso de la sed. Ahora ya con la piel fina, traslúcida, tan gastados, tan desnudos, se nos ve el amor y todas las rabias. Soy, cuerpo que se ovilla, pergamino entre tus dedos. La carne, surco y sendero. Suena Afghan Whigs, arando el silencio sin cuidado. Como si reventaran las ventanas y el viento levantara las páginas aún no escritas, una provocación. Las palabras, una ropa por desgarrar desgarrándose. Las yemas que arden en recuerdos. Los ojos que se lanzan del rascacielos de la memoria, una y otra vez, esa pólvora que prende. Y caer, a lo hondo en esta hiperbólica distancia. Porque sé que el caos resplandece como el más voraz de los fuegos. Y sé que en el kief de nuestra mirada queda todo. Prensado. Prieto. Amarrado. El deseo hecho de tungsteno habla el idioma del labio encarnado. Hoy solo sufro el ayuno de ti. Este tumulto en mi esternón. Como un rugido que inunda el mundo y nadie oye. 
Te amo violentamente.