donde
eres cumbre y mi piel pergamino que te habla,
mientras trato
de no arder en gritos hacia dentro
y evito
el río que nace para desbordarse en las bocas.
nos basta
el argumento de la carne -pienso-
para hacer hervir tu sangre y la mía
en esta
arritmia de líneas que rompen las tardes
cuando se
me dobla por dentro la calma
y todo me
llega con furia, ahí, suspendo mi sucia respiración
me sujeto
al eco de tus silencios
y maúlla
el gato como mi orgasmo
mientras hago
salvación de la locura,
mientras intento evitarme,
mientras lo más hermoso es morirse de vida.
no hay
dolores artificiales –me digo- cuando sigo temblando.
porque no hay ficción en el latido de la carne.
forjada en
la lágrima seca, drenando sentimientos que crecen sin estribos
duele la
estridencia de mi equilibrio como el despecho del que maquilla su herida.
desde la
tumba de nuestras noches, imploro y juro que sólo creo en el cielo de tu boca.
y si me deshaces en harapos
y me astillas el alma para que la sienta de una vez por
todas
de mis grietas y suspiros manará el liquen
que nos vacíe y alimente.