Yo creo que Sheri amaba a Charles de alguna manera. Pero
casi sin acercarse. Y el autobús que atropelló a Papasquiaro debería arder. Y
que Anne Sexton se hurgó entre las costillas mientras le dictaban todos sus
labios. Creo que los cajones contienen más poesía que las librerías. Y que
prefiero un concierto a un recital.
Y ojalá pudiera decirte que desconozco la congoja. Que nunca
viene por casa. Que me bebo las cervezas por gusto. Que cuando arrebatada, en
el jardín, entre las flores, me lleno de tierra y sol el pelo, no estoy
escapando de algo. Que no descascarillo la pared de mi habitación con la mirada
para hacerle más ventanas. Ojalá ser ventana. Y saltar de mí misma al otro
lado.
Que si te digo que me escondo en palabras grandes y no es
por miedo, te estoy mintiendo. Que me sé las calles como me sé mis venas. Que
digo turbulencia para que agarre la casa entera, con cada rincón. Que aquí
dentro fabrico el caos. Dentro de todo. Que contigo quiero vestir cada umbral de
muérdago y cada cama de naufragio, es algo tan tonto como verdad. Morirnos un
poco antes de morirnos del todo. Petite mort. Aunque ya no hay tickets capicúa
en mi bolsillo, esos que nos daban suerte, sigo cruzando los dedos con
matrículas repletas de sietes. Que no me resigno ante las vísceras del pasado.
De hecho las esnifo para sentirlas mejor. Que no sé de dónde vengo pero a lo mejor no me he movido.
Como una borrachera que te trae el mundo al salón. De los amantes y sus
dentelladas podríamos hacer un simposio, no crees? Vomitarnos prosas uno al otro, diabólico tête à tête, mejorar nuestro punch mientras desvestimos al héroe. Que los atardeceres de
este verano serán rojo marsala de tanto fuego que es el rojo de moda. Rojo casi
de vena. Rojo bonito. Rojo de deshacernos.
Llenos de dolor y excitados, así somos bombas. Que después de la
devastación llegarán las adelfas, como en Hiroshima. Lo inundarán todo. Pero antes, que
me beses las rótulas y las muñecas. Antes, colgarle dos rombos a la habitación. Barcos
pirata surcando el asfalto. Ansia. Soy yo misma, me veo arder, me quiebro. Y nuestra tela nerviosa, custodiando la penetración. Esmaltando paladares.
Que mis ojos sean tu
clochard y me lo des todo.