Del absurdo he obtenido tres consecuencias:
mi rebeldía, mi libertad y mi pasión.
Albert Camus
Cuando entra lo hace con fuerza, allanamiento. Es aquello de l'amour fou?
No lo sé pero el temperamento puede ser un huracán. Me construyo con tus desvelos y me deshago con tanta facilidad que me da terror.
Domani sarà una buona giornata
Artaud dijo que en el amor no hay regateos. Remover un café hasta el infinito igual que se deshace una cama o un cuerpo es el más delicioso regateo en la dulzura o será devaneo? Descifrar las ventanas de mis silencios o encontrar cabellos -crines que se desbocan y dejan rastros, sin alevosía- maroma frágil que entrego para que no me sueltes, más que un señuelo es una declaración de intenciones. Porque sabes que hay una pirámide en mi cuerpo que te desbarata y unos pies desnudos que delinquen en el reo de tu costillar y un termostato roto para siempre y un vino rojo que reposa y una celda de piel y unas rodillas rojas y una carta escrita en las nubes que se esconde y un cripticismo que nunca acaba y dar alcance a la rabia y acariciar el percutor de tu deseo y lamer una ráfaga o empaparla en llanto y empezar despacio a deshacer el mundo y armar sentimentales barricadas cuando nadie mira, por puro miedo y decirte que este rubor que despiertas se siente cruel y perseguir una miel y emborracharse no está mal, aún no es delito desearse, y ese rescate para un: mujer al agua. Y una colcha de carne y una bocanada de THC inesperada, o unos tobillos enloquecidos y en expansión y un manifiesto en mi vientre que aún no has leído y una nuca como un ola de mal o un amor arrebatado y un distrito lleno de mares desconocidos con sus piratas y sus gemidos tuertos y la espalda carretera solitaria, tan inacabable como penetrable y el alboroto del espejo y la viruta de mi saliva y el silbido de la piel cuando se frota -como un afilador incansable- y la balanza ebria de mis manos entre tus piernas y la balada magnética que viene a zozobrar mientras me azota y ansío el hundimiento y la rojez porque se han roto los márgenes de esta ribera, de esta mujer, de este maremoto de sangre e inercias locas y bravas y ardientes, que intuyo al animal que estoy dibujando con saliva, matando a navajazos la rutina, que tengo una deuda y es conmigo y vengo a saciarla.