PALABRAS A JACK KEROUAC
Quiero saber qué ha pasado contigo, Jack
si te has desintegrado en la infinita autopista del cosmos,
si realmente tienes ganas de volver a estar vivo,
si eres un poco de hierba en la colina.
Quiero saber si has podido escuchar algún blues por la radio,
si has recogido una colilla gloriosa en la noche de frío,
si quisieras poner tu mano sobre un hombro,
si volverías a vagar por las calles peludas.
Quiero saber si eres guardabosques en el paraíso
si quieres una locomotora que te haga atravesar América,
si has podido encontrar todo lo que buscabas,
si todo esto vale la pena, Jack.
Quiero saber si has vuelto a ver a tus amigos,
si sales a buscar peleas por los bares,
si te ha quedado alguna palabra por decir,
si tu camino ha terminado para siempre.
Quiero saber si estás llorando en las rodillas de tu madre,
si han subido a ofrecerte un contrato,
si puedes sentir olor a gasolina,
si deseas comerle la boca a una muchacha.
Quiero saber si algo ha cambiado,
si tu mente continúa sangrando,
si saludas al mundo con tu gorra en alto
o si estás completamente solo, Jack,
haciéndote una sopa de arroz en la muerte.
JUDITH
Judith que me hablabas de muertos entre una tortilla de patatas
y judías verdes mientras buscabas los ojos de tu padre en el vaso de vino.
Judith que vendías drogas por los bares de noche y quedabas sola
en el alba haciendo pis en un callejón de Barcelona.
Judith que hervías rosas robadas y tocabas un flauta hindú bajo la
lluvia y que ahora estás loca en Marruecos con tu pálida peca del
meñique y tu cabeza llena de rulos rubios.
Ahora estás loca en Marruecos comiéndote las manos.
Ya no me hablas de las últimas palabras de tu abuela que aparece
azul y desnuda colgando de los flecos de alucinados árboles de manos.
Ya no me hablas de los pulmones rotos de tu padre y su gran flema roja
en la nieve de un pueblo gris y sucio de Inglaterra.
Ahora estás loca en Marruecos comiéndote las manos.
Ya no me tocas el pelo ni las manos en tu habitación llena de pájaros
de hilo y delgadas velas rosadas fabricando terribles rostros en las
paredes negras.
Ahora estás loca en Marruecos comiéndote las manos.
El mar de ojos grises te ve dibujar una pequeña casa de arena de la
playa y el viento se te mete en los ojos que al final caen en la noche.
Ahora estás loca en Marruecos comiéndote las manos,
y un moro te tira una bola de carne frita a la cabeza rubia cuando quieres robar
un poco de comida.
Judith que me hablabas de muertos entre una tortilla de patatas
y judías verdes mientras buscabas los ojos de tu padre en el vaso de vino.
Judith que vendías drogas por los bares de noche y quedabas sola
en el alba haciendo pis en un callejón de Barcelona.
Judith que hervías rosas robadas y tocabas un flauta hindú bajo la
lluvia y que ahora estás loca en Marruecos con tu pálida peca del
meñique y tu cabeza llena de rulos rubios.
Ahora estás loca en Marruecos comiéndote las manos.
Ya no me hablas de las últimas palabras de tu abuela que aparece
azul y desnuda colgando de los flecos de alucinados árboles de manos.
Ya no me hablas de los pulmones rotos de tu padre y su gran flema roja
en la nieve de un pueblo gris y sucio de Inglaterra.
Ahora estás loca en Marruecos comiéndote las manos.
Ya no me tocas el pelo ni las manos en tu habitación llena de pájaros
de hilo y delgadas velas rosadas fabricando terribles rostros en las
paredes negras.
Ahora estás loca en Marruecos comiéndote las manos.
El mar de ojos grises te ve dibujar una pequeña casa de arena de la
playa y el viento se te mete en los ojos que al final caen en la noche.
Ahora estás loca en Marruecos comiéndote las manos,
y un moro te tira una bola de carne frita a la cabeza rubia cuando quieres robar
un poco de comida.