malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

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jueves, 1 de noviembre de 2012

Oliverio Girondo


n o c t u r n o
Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.

t o c o
toco poros
amarras
calas toco
teclas de nervios
muelles
tejidos que me tocan
cicatrices
cenizas
trópicos vientres toco
solos solos
resacas
estertores
toco y mastoco
y nada

Prefiguras de ausencia
inconsistentes tropos
qué tú
qué qué
qué quenas
qué hondonadas
qué máscaras
qué soledades huecas
qué sí qué no
qué sino que me destempla el toque
qué reflejos
qué fondos
qué materiales brujos
qué llaves
qué ingredientes nocturnos
qué fallebas heladas que no abren
qué nada toco
en todo.

martes, 30 de octubre de 2012

Discurso en la oficina de objetos perdidos - Wislawa Szymborska


Perdí unas pocas diosas camino del sur al norte,
también muchos dioses camino de este a oeste.
Un par de estrellas se apagaron para siempre, ábrete, oh cielo.
Una isla, otra se me perdió en el mar.
Ni siquiera sé dónde dejé mis garras,
quién anda con mi piel, quién habita mi caparazón.
Mis parientes se extinguieron cuando repté a tierra,
y sólo algún pequeño hueso dentro de mí celebra el aniversario.
He saltado fuera de mi piel, desparramado vértebras y piernas,
dejado mis sentidos muchas, muchas veces.
Hace tiempo que he guiñado mi tercer ojo a eso,
chasqueado mis aletas, encogido mis ramas.
Está perdido, se ha ido, está esparcido a los cuatro vientos.
Me sorprendo de cuán poco queda de mí:
un ser individual, por el momento del género humano,
que ayer simplemente perdió un paraguas en un tranvía.

jueves, 16 de junio de 2011

Ella es un silencio y un mar


Acabará otro día como acaba este mal poema
que olvidarás enseguida
porque la vida que imaginamos no existe
y llega un momento en el que no tienes nada que decir
sobre la lluvia.
Y cambias la fuente del texto
para repetir una y otra vez lo mismo,
mismos acordes,
mismo tono.
Tantos lazos adornando un vacío.
Idéntico vacío.
Hueco eterno en el segundo espacio intercostal.
Sueños como vestidos colgados
en el armario que arrasa la carcoma.
Subes el volumen de las palabras nunca dichas:
qué pena que te topes conmigo ahora
y me halles desarmada, vencida y desorientada,
equivocados los mapas,
de ahí mi tardanza.
Partir el horizonte para acercarte un poco

es imposible cuando ya el amor
es la piedra de un encendedor que gira inútilmente.
Por miedo a sentir miedo, viví aterrada.
Y del pegamento de los besos y de los bailes horizontales
que cada noche inventamos
nada quedará en nuestra piel,
si acaso en la piel de la memoria.
Eres un silencio y un mar, dijiste.
No lo niego.