malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

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domingo, 31 de diciembre de 2023

ROMANCERO ELÉCTRICO I

 


Ya solo quiero vestirme de mí misma, de esta piel con cicatriz, de los abismos más altos, con los ojos limpios y las hojas anchas inundadas de verbos madreselva. Hacer algo con la sed de la yegua y la potencia de la palabra derramada cuando todo el mundo se haya ido. Cuando ya todo sea mantel sucio y luces apagadas. El poema del desbordamiento, será, hasta que no le quepa más vida ni osadía. El poema dragón que desate los fuegos.
 
Un poema samurai que describa el mercadillo ambulante que recorre cabeza corazón entraña, cabeza corazón entraña, cada día, cada noche. Un abarcarse corduras y desvaríos al mismo tiempo. Amanecer con calma y cantos. Alabar los silencios que traen luz. Por un poema tan inútil como implacable. Que hable de las huellas de tu mirada. Que no sea mío, que sea de nadie. Como ofrenda imposible. Vapor de lágrima. La llaga de lo innombrable. El aleph de todas las sonrisas. Una sombra de color. Un muro fronterizo de sudor entre nuestras pieles. Una ingle con la suavidad de la porcelana. Caricia todopoderosa.  Que resista y embista. Que teja acordes de savia nueva. 

Que sepa qué hacer con las toneladas de rabia que se acumulan en el suelo del pecho. Esa que te raja la respiración. Esa que se sabe tu nombre. La que vende mechones de pelo y se esconde de los espejos. Que sea como esa ropa ya seca que espera a arder con el sol. Como el tomillo que se engancha a mis dedos y yo lo huelo como si estuviera en lo hondo, como si quisiera arrancarlo y llevármelo más adentro. Y siempre es más adentro. Como si quisiera invocar el momento que fue una y otra vez. 

        Que sea ese poema porque ahora ya sé que mi palabra es el cimiento que quedará de mí.
    





lunes, 17 de abril de 2023

el abrazo turbio

 


Sábado noche, caricias de lija en nuestros esternones 

y al fondo, 

un pantano que, 

a tientas, 

buscan algunos corazones 

porque en la turbiedad 

se reconocen.



Diego Vasallo, Monkey Man, Guadalajara  

martes, 24 de mayo de 2022

"Cuando se desgarre la bruma" (o Turismo en la cornisa de Seconal)







...a Alejandra 


Hay una flor mojada que crece en mi mente, me llena de vértigo, me mueve cuando estoy quieta, una brisa en la habitación cerrada. Soy un péndulo involuntario. Doblo la almohada, miro la luna descolgarse en mi ventana. Cruzo y descruzo las piernas en un íntimo tango que inventa la carne. Puedo sentir como tu pupila se dilata en mis labios aunque esté yo a oscuras. Puedo sentir como me muevo yo en la tuya mientras los helicópteros zumban cual insectos gigantes de ciudad. 

He venido esta noche a estrangular un recuerdo.  Me interroga, con modos de selva, una hembra en el espejo. Mis venas son cornisas, mis labios, saltos. Dentro un manantial, casi salvaje, lleno de poemas como botellas al océano. Mi cripticismo, el maná que lo cubre todo. Álgebra poético de la distorsión y el misterio. He llegado esta noche a estrangular un recuerdo. Atajar una rabia, con mis manos. Ser tu marca de agua. Pintarle los ojos al eclipse. Envasar al vacío un daño. Los cuerpos y sus fórmulas se acercan, fabrican taquicardias y roces esclavos. Es de noche y leo. Cincuenta pastillas de Seconal, Alejandra. Cincuenta pasos sonámbulos hacia el fondo.

Logia del deseo, romancero de caricias, manifiesto de las sienes que palpitan. Yo me muestro efervescente a tu saliva. Un esternón que se desnuda, una yegua que posa, un llanto que se traga.  A veces mi dolor se muestra tan cantabile, tan irresistible y heme aquí, embadurnando el papel, menstruando nostalgia. Turismo en el corazón de las tinieblas. No sé dónde aterrizan los aviones que parten de mi cabeza ni los barcos que zarpan de la entraña. Tan cargados de sueños y razones. No sé ya si son tragedia o postal de atardeceres. Llevan mi nombre como una garra. Mi falda, mi olor y mi ansia. Yo me muestro irremediable en el coto de tu silencio, trepo el mástil de la desorientación, invoco lluvias con danzas locas, anclo tu morse a mi tímpano y aprendo tu lenguaje de humo. Viajera solitaria de mi adentro. Verano, agua. Veneno, sed. No quisiera morir, dijo Vian, mas no quisiera no vivir, digo yo.  





sábado, 7 de mayo de 2022

PARA*CAIDISTA

 

Capturaré el vértigo, con un simple gesto. te lo mostraré. será brillante. y podremos usarlo. las vistas serán mortalmente bellas. respira. tal vez solo sean bellas. muerde el paisaje. dime qué ves. puedo ver una bala. es más pequeña que mi foto carnet. podría haber hecho tanto daño. pero no. está aquí, dispuesta a no doler jamás. como un insecto en ámbar. una pequeña escultura de la herida, eso es lo que es ahora. 

ahora estoy decaída y pienso que cuando se agolpan las lágrimas trepan, es como si ardieran un poco, un pequeño río de fuego que va subiendo, se muestran o no, hecho contingente. qué poco glamour en mi caída y cuánto me alegro. las lágrimas siempre son de sal o no son lágrimas, solo un chiquillo chapoteando en el río. la sal se escribe sola igual que el fuego. y grita y se lanza mejilla abajo. entonces llegan los poemas, son los paracaidistas pero en realidad no paran nada, solo son la trampilla cuando se abre y dicen: salta ahora o te empujo. 

viernes, 25 de marzo de 2022

Panorama de mi convulsión

 




No me llamo Nadja. No me llamo Génica.

Quería escribir un réquiem por todas la estrellas que al morir me dices que nos traerán suerte. Una estrella fugaz, pide un deseo. Morir desnudos mirándonos las manos y los milagros. Quiero decirte que traigo una lengua futura y todo un alfabeto de sed que escribir en la ficción de tu espalda. Y que la luz húmeda de mis ojos algún día será un acantilado con la luz apagada. Quiero decírtelo pero no te lo digo, porque hay demasiado ruido en este Edén de asfalto y yo necesito liturgia, llámalo frivolité.

Ahora vierto mi pulso y la prosodia perfecta del coro de mis gemidos me susurra que lo que pasa de puntillas por el corazón es bisutería. Que el Ego es un monzón lleno de anzuelos tristes y mi seguridad tiene los músculos de barro. Que le ha crecido un telón de madreselva a esta función llena de angustia llamada Días en el acuario. El prospecto de mi vida no está escrito pero el tuyo te lo están dictando.

La culpa, como un Kraken que te asusta y te infecta. Ya sabes que la quietud es tu crimen.

Mi infancia era dormir en las dunas de las salinas después de haber construido infinitos castillos justo al ras de las olas para sentir el vértigo del derrumbe, ya existían los poemas en la arquitectura imposible de esos sueños de arena y agua semiderruidos que observaba mientras me lamía las puntas del pelo que chorreaban mediterráneo y crema de sol.

Todas las musas con sus sonrisas de polen -inanimadas- aguardan en habitaciones del pánico que se construyen por las noches trenzando columnas de humo y alcoholes destilados. Podemos relajarnos, nadie nos está mirando. Convirtamos en rezo, de una vez, ese manuscrito borracho que andas pervirtiendo, hilando y deshilando. Necesitamos destruirlo todo, y con ebriedad y ojos de recién nacido, intentarlo de nuevo. Ahora que el adiós sigue siendo una esperanza decapitada acomodada en un gulag sin coordenadas.

Traigo fresas de fuego, la voz de la enfermera y un apocalipsis doméstico, para doblar turnos en el Checkpoint Charlie del deseo. Tres hurras por la carne de las diosas que aparcan en tu lagrimal con destreza y desenfreno. Podemos hablar del perro de Lacán y la perra de Paulov. Romper la felicidad en una playa argelina, mojar nuestros labios con la espuma de los días, viajar al final de la noche, alimentar a las gatas de suburbio de algún nigromante. Analizar la psique del Ángel exterminador de los centros comerciales. Enredarnos acariciando oquedades hasta hacer de nuestro sudor morfina. La piel, cinta de Moebius y los ojos como obturadores desangrados. Y así descubrir que cuando paren las lobas del manicomio solo somos sombras en el sueño de un demente.

Soy tus lágrimas!! es la declaración escrita de mi rímel cuando dibuja arabescos en mis mejillas y solo veo moteles pixelados en la distancia y quiero parar en uno de ellos y llorar mis fracasos bajo un neón obsceno y salir en un fotografía fortuita que nunca veré, habitar un sueño mientras aprendo a respirar por tus trópicos y trepo el cartílago de todas las noches dinamitando con insensatez animal las esporas de mis pensamientos más espumosos antes de ahogarme en ellos.

No me llamo Nadja. No me llamo Génica.




martes, 8 de febrero de 2022

5114 días y desastres, naturalmente

 




catorce años de ventana abierta e incendio descontrolado
5114 días sacando a pasear al huracán propio bien desatado
sin despegarme de la tinta maremoto
un 7-eleven en mi pulso

haciendo torniquete al bajón en pleno tornado
invitando al picnic de la intrascendente, pero propia, devastación
soplando con mi aliento vertical cuando se me llenan los ojos de marea
surfeando el melodrama y derramando adrenalina en petit comité
versos o lencería del alma

muchos aviones y muchas botellas de vino
he escrito mucho, he leído más
he amado y me he sentido amada todos y cada uno de esos días
he reído como si el mundo fuera a explotar en un cuarto de hora
y he llorado algún ratito
bien inundada de música
disparando a cada atardecer con mis ojos
y mi árbol de jade aún tiembla en la terraza 
y sigo traduciendo el corazón cual Malinche
intensita y críptica sin remedio
mi corazón es una licorería

y vosotros
sois el tsunami que me abraza incandescentemente 

y me siento dichosa, hambrienta, curiosa, histérica, tierna y muy bizarra



8 febrero 2022










8 febrero 2008

mis desastres naturales

que aquí se sufrió un incendio
te dirán mi olor a humo y las cenizas de mis intentos.
que pasó un vendaval
y me dejó desnuda y algo aturdida
en mitad de esta mala ciudad
que ni es lo suficientemente grande como para perderme
ni lo suficientemente pequeña como para encontrarme.
que llego de un invierno frío
que acabó con las huertas igual que acabó con mi esperanza.
que sufrí un pequeño terremoto
ignorado por la escala de Richter pero que echó mis cimientos por los suelos.
que subió la marea
y en lugar de ahogar mis penas disfruté de un cruel naufragio.
pero a pesar, muy a pesar de éstos,
mis pequeños desastres naturales,
se dice que la tierra es sabia
y que aunque no olvida,
es capaz de rehacerse
aunque sólo sea...
para volverse a deshacer









viernes, 24 de enero de 2020

Poemas de Frank Abel Dopico











Apuntes de Gulliver


A Miguel Barnet y a Pedro de la Hoz.

Crecieron los enanos que huían de las flores.
Creció un arbusto seco tan alto que sostuvo el peso de los cielos.
Creció Yudith aunque sigue escuchando a las hormigas.
Creció el perro blanco a pesar de las piedras y los palos.
Creció el brazo derecho a pesar del brazo izquierdo y a pesar de los escalofríos y las playas.
Creció la tormenta. Sin lluvia.
Crecieron los mapas y los diccionarios a pesar de las barricadas del reloj.
Creció el príncipe pero no tiene el reinado prometido.
Creció la puesta del sol. Con algunos errores, eso sí.
Crecieron las muchachas de mi barrio, una a una, seno y aire.
Los muchachos también, de pronto, frente a la antigua bodega y con permiso de los padres.
Creció mi primer amor y mi segundo amor, el tercero y así hasta el infinito.
Fulano se hizo grande, no recuerdo su nombre, pero un día me golpeó sobre los ojos.
Creció mi país y salió de viaje por el mundo, como en las aventuras.
Creció el cuchillo del hombre que vendía atardeceres.
Creció la añoranza y ya no le sirven los vestidos.
A José, el mudo, no le hizo falta crecer porque cambió el crecer por su jardín de rosas.
Alguien, lejanamente, hace crecer sus sueños pintándole los labios.
Crecieron los piratas, ahora el mar les parece más pequeño, los tesoros abundan.
Creció la primavera, alta, pensante, con las uñas postizas.
Únicamente los juguetes conservan su estatura.



Frank Abel Dopico (Santa Clara, 1964-2016)































«Aquí desfalleció el corazón de un cautivo" 

"Es nuestra piel, su breve dinastía
cruza por la noche. En la piel del oído
estamos juntos por el viento,
en los altos balcones estamos juntos,
yo recordando las uvas de tu pelo
y el recuerdo devorando las uvas de tu pelo.
Las noches en que hablamos cosas sin sentido
y apagamos lámparas y nunca juntos fuimos contra un árbol
ni contra una pared ni contra el cielo,
a ninguno nos temblaba la piel
ni recogimos caracoles en los ojos del otro.
Jamás vino la palabra, la palabra puma, tigre, rosa de los vientos,
la palabra mordisco, cascabel, sexo, naranja,
jamás nació un violín en el oído ajeno.
Tú quedabas en tu pulpa, en la sustancia verde de los amaneceres,
el corazón como un otoño limpio oía caer las hojas de otro otoño,
y quedabas trémula, luego perdías el color, el olor, el nombre,
te quedabas en la hoja incolora
que los barredores del otoño acumulan en ciertas almas grises.
Yo te oía gotear en el silencio, caminarte a ti misma
con un fósforo encendido,
entrar en los pueblos callados donde la neblina gobierna a las palomas
y los hombres son aprendices de los hombres,
trapecistas de un mundo que se inicia.
Yo escuché a tu reloj decir que era tu piel,
allá lejos, donde la espuma del invierno se muere sobre el muro
y los ciervos del tiempo beben espuma muerta para fecundar el hambre de las ciervas.
Yo escuché a la luz decir que era tu vientre,
me saltaba la luz entre las manos,
la luz aullaba y era entonces que la luna salía de la Tierra
como una semilla lanzada a qué Universo;
yo te sabía nerviosa, te sabía Margarita Gautier
y rompía las páginas del libro
para después hacerlo con tiros de memoria
con la luz que da en el charco una ventana abierta,
un vientre luminoso reflejándose a lo largo de los ríos
y la palabra puma, tigre, rosa de los vientos,
la palabra mordisco, cascabel, sexo, naranja,
la palabra perdiéndose en un extraño oído

a la deriva de lo que somos y olvidamos..."



jueves, 23 de enero de 2020

El momento más grave - Damaris Calderón



La Habana es la ciudad del hambre,
la ciudad de los apetitos.
Voy a nacer en La Habana.
Voy a nadar cinco generaciones,
para llegar al vientre de mi madre, que sabe a sal.
La Habana es sol, es salobre, es salmuera.
Voy a llegar al Prado, para inmortalizarme con mi hermana,
en esa foto sepia, de cámara de cajón.
Voy a perder los pies caminando las calles de La Habana.
Me voy a arrastrar como el mutilado del parque de los héroes,
sin ninguna heroicidad.
Voy a ser joven y lustrosa como una moneda.
La Habana es la ciudad del churre,
del ron, de las columnas.
En La Habana me sacan los ojos y me los vuelvo a poner.
En La Habana me crucifico con vítores,
vuelvo a cargar los cubos de agua,
a bañarme en una palangana con sangre del cuarto de los gallos.
Cuando esté en París, voy a soñar con La Habana.
Cuando me muera,
voy a soñar con La Habana.
Cuando sea inmortal
y me agiten como un trapo tendido al sol.


domingo, 30 de junio de 2019

noches fieras




Lisergia bajo la bóveda azul.
Vengo a confesarme en tu cuerpo.
Un bosque se despliega sobre el asfalto.
El vuelo enloquecido de unas golondrinas
como imagen anclada a mi mente,
y yo las emulo
y aprendo y desprendo
el jadeo/mantra de la carne inquieta
y el deseo perpetuo 
en una habitación suspendida en el infinito
porque vengo a confesarme en tu cuerpo.

La ciudad es una salamandra trepando por mis piernas
y la luz gamberra dibuja un trencadís
en nuestros ojos sin pedir permiso,
como si debiera.

Vengo a morir en tu orilla.

Más dóciles que nunca en el vapor de los pieles,
maleables, puro barro,
creando nuestra propia niebla,
frondosidad que aisla,
tiempo que hemos detenido cual mimo en la plaza.

Rotundo idilio de animales bellos.
Enjambre irremediable.
Te pronuncio.
Música de picaportes
y la hembra, abrazo estrecho como las calles de la judería.

Que caiga la alegría a peso,
testimonio de la aceleración.
Hechos y deshechos a mano
en un arrebato de modernismo amoroso.

Desvestidos de callejuelas,
tan harapientos y gozosos,
sin fingir trascendencia
pues tenemos la fórmula taquicárdica para el deshielo,
justo ahora
y ahora es siempre
porque vengo a confesarme en tu cuerpo.

Dejé resina de copal ardiendo en la habitación
y ahora un tigre de sal arde entre mis brazos.
Un verso salvaje construye el vértigo en travesaños de caricias
y las miradas con retrogusto que me brindas.

Vengo a calmarte el mundo.
Vengo a confesarme en tu cuerpo.

Un mascarón indica el goce.
Tú eres mi casa.
Cuánto destrozo de belleza nos queda dentro.
No me apacigües, es lenguaje feroz,
el de mis ramas y raíces,
se agita una isla entre tus brazos,
se deja, se vence,
se confiesa y emerge.


domingo, 2 de diciembre de 2018

Mil domingos dilatados y el tapiz de mi piel en tus manos



Fuera de ese cuadro 
una muchacha sueña 
renacimientos atroces
Bolaño

Vengo tolerando mi absoluto desorden
como una ciudad que se reescribe paso a paso
callejones innombrables con su soportable maquillaje de claroscuros
luces que se funden en mitad de la palabra bisturí o picotazo
escenario que será siempre dinamitado

Hembra o laguna tutelando el precipicio que nazca tras la explosión
Antes que polvo, ser pólvora
y entonar a modo de salmo
1000 gritos que apaguen deseo contra el cuerpo
1000 gritos que enciendan deseo con el cuerpo

Vendimia y todo margen desbordado
Maremoto en la habitación
Intermitencia animal fauce/caricia
mientras me dejo ser labrada e impura
y no siempre descifrable

En el envés de los párpados
todos los versos que incineré en el frío
buscando el abrazo arborescente
que prenda y sofoque la emoción
de tus avalanchas

Para después ser, de nuevo, ese mapa hecho a mano,
aprendidos a oscuras o improvisados,
laberínticos y tabernarios
fabricando tanto nuestro spleen

como nuestra perdición.

martes, 3 de octubre de 2017

KREUZBERG



























Noches náufragas, de madero a madero.
Vaciado de botellas y mensajes borrosos.
Un lavado de gravas en la cabeza para disipar el dolor
de dos pompones de acero repicando.
Ese amanecer de buzo amarrado a un baffle.

Quería radiografiar cada graffiti contigo,
cada corredera, portal o farola,
el reverso de nuestras cuevas,
aireadas,
por una vez, lucir el escombro
y hallar ojos que no se duelan.

Descubrir nuestras Altamira.
Esa necesidad de gritarlo todo,
de hacerlo en cualquier lugar.
De convertir la propia piel
en muros pintarrajeados,
yonquis de tinta.

Pisar las cuerdas exactas
del mástil de tu cerebro
porque suenas tan bien
así cuando improvisado,
tarareado entre mis brazos.

Y después en cualquier rincón,
con poca luz,
traficar con nuestros corazones de uranio.
Somos Fausto.
Canjes de saliva,
miradas que agotan las existencias
de cualquier trasatlántico.
Cazadores o recolectores
pero dispuestos y algo desorientados,
como payasos exiliados en un drama.

Sembrarlo todo de nosotros.
Taladrar agujeros en la calma
y danzar sobre las vallas electrificadas
de las zonas de confort
que nos vienen por defecto.

Deshacerme las medias
con las sillas astilladas
de los tugurios que más amo.

Noches náufragas.
Amarrarme a puerto
con el pelo ya muy despeinado.
Que cada enredo al día siguiente duela
y me recuerde a tus manos.
Que dos medias lunas de rímel
coronen mis mejillas,
delatando la madrugada.
Y decirte: ya ha pasado, todo ha pasado. 


Imagen: Kreuzberg



miércoles, 5 de julio de 2017

Raskólnikov



La culpa de querer ser tu Sonechka la tuvo leer Crimen y castigo aquel invierno helado viviendo en Berlín. Ese octavo sin ascensor y el alma en cueros en cada descansillo. El glühwein en las venas de todos los fríos bombeando los corazones calientes. La piel acapara los momentos como una coraza permeable o como una alfombra donde dejar nuestro fango, todos los besos unos encima de otros, las caricias todas apretadas en la memoria, los ritos, los cantos, la mente, campo que prende, un concierto de Ani DiFranco, Baise-moi en Central Kino y el humo de todas las rabias de no saber abarcar nuestros mundos, desnudos en la ansiedad de todas las calles, con todos los frentes abiertos y todas las hambres. Tú mordías cielo y subsuelo a partes iguales. Yo mamaba la energía de los sueños en bruto haciendo guarida en el temporal. El tiempo era nuestro, con todo el desierto de Atacama por caer ante nuestros ojos en ese inquebrantable reloj de arena hasta darle la vuelta como si estuviésemos hechos de infinito y no degradación, óxido y nada más.

martes, 19 de abril de 2016

El buen salvaje - Félix Grande

 


Llegué a creer que la felicidad
no es un asunto de los seres humanos
Y le llamé conocimiento
a una escarcha diaria y contagiosa
cuyo nombre es claudicación

Por todas partes me nacían camaradas
Veían grandeza en mi preocupación
llamaban madurez a mi infortunio
La miseria siempre ha gozado
de un raro y comunal prestigio

Ahora, cuando tu piel me dio el coraje
para agredir a la resignación
y bramar por la dicha en medio de las plazas

seres, instituciones, todo
me rehúye o me segrega
todo se aparta de mi lado, hiedo
Soy un peligro público que expande
la pestilencia de la libertad

martes, 9 de octubre de 2012

cánsate de todo




siente cómo respira el otoño en tu nuca
con su bulimia de árboles cansados
tapizando calles
tostando la luz de los días

vamos, ve a tocar fondo, mi vida
para ver la podredumbre
                               que habita los suburbios parisinos de tu alma.

ve con urgencia y dibuja remolinos en mi pelo
para distraerte del dolor del descenso
                               y la oscuridad de la tronera.

rotos los arneses, los planes y el futuro.

recréate con el murmullo del rosario eterno 
                                        que ofrecen la distancia
                                                          y la impaciencia.

vamos a dárselo todo al viento, vamos a desperdiciarnos.
besos, jadeos, caricias, sudor, ansiedades y miradas de odio.

tapiemos kilómetros de vacío de vicio con bocetos de vidas no vividas.

con suspiros atrapados en ráfagas de viento.

cánsate de todo. pierde tus batallas.

y cuando no te quede nada, regresa.
desnudo, como un otoño cualquiera, al verde aceituna de mi mirada.

regresa y regálame tu vértigo de ola,
tu ejército de promesas.

en el reflejo de las aguas sucias de la memoria,
fuimos felices.
con el horror y los nervios del que sólo va a perder,
fuimos felices.

cánsate de todo y regresa.

lunes, 27 de agosto de 2012

señales de peligro o una muerte más rápida





doblo esquinas y doblo cartas de amor que nunca te envío como un caballo cansado que nadie quiere. como una cría que aún no ha abierto los ojos, tropezando eternamente. tú tejes y nos amamos. me atrevo con tus trizas igual que me asomo a los abismos que dibujan tus labios, ya cansados. no sabía que era tan valiente. destriparé el amor si me adiestras y me enseñas a lamerte. seré la perra fiel que busca tu mano. si me deslumbras no veré el árbol en la cuneta pero aún a riesgo de estrellarme, te amo. ya no sé dormir sin el segundero de tu corazón. antes todo era sencillo, siguiendo las coordenadas de lo cerebral. ahora vibro con el tacto de tu voz. tiemblo con el timbre de tus manos. tú, cazador insomne. yo, sonámbula atrapa sueños. mira que era fácil jugar al caballito inglés y quedarse quietos. mira que era fácil seguir las señales verticales. lo decían bien claro: calle sin salida. desprendimiento. pero cuando ya no hay nada que hacer, y doy por hecho que eres mi fuego fatuo -porque me descomponía, amor, todo era putrefacción, amor, putrefacción-  ahora, que doy por hecho que eres mi emoción, mi cataclismo, el alud de mis deseos, irrenunciable y violento, me dejo hacer y me rindo -irrenunciable y violenta-  y me condeno.

viernes, 20 de julio de 2012

el tigre y la nieve - Benigni y Cerami




"Si ella muere, para mí el mundo es una puesta en escena, pueden levantarlo todo, enrollar el cielo y cargarlo en un camión, apagar ésta luz bellísima del sol que me gusta tanto, ¿y sabes por qué? porque me gusta ella iluminada por el sol. Pueden llevarse todo, estas alfombras, los edificios, la arena, el viento, las ranas, las sandías maduras, el granizo, las siete de la tarde, mayo, junio, julio, la albahaca, las abejas, el mar, los calabacines, ¡los calabacines! ¡encuéntrame ésta glicerina amigo Al Giumei-li!"

sábado, 7 de julio de 2012

aeropuertos y salas de espera



tú que fuiste poema antes que carne
y delirio antes que certeza.
yo que era un apátrida en los burdeles,
donde se es apátrida o no se es nada,
porque son eso los burdeles,
aeropuertos y salas de espera
para las urgencias del corazón.
tú que fuiste visión antes que mirada
y flecha antes que herida.
después vendría tu cuerpo y el desasosiego,
como las ristras de bombillas coloreadas
que el viento mece la mañana después de una fiesta
o el escenario vacío de una plaza también vacía.
para ti que fuiste poema antes que carne.



viernes, 29 de junio de 2012

viernes 8 de febrero de 2008

 

mis desastres naturales

que aquí se sufrió un incendio
te dirán mi olor a humo y las cenizas de mis intentos.
que pasó un vendaval
y me dejó desnuda y algo aturdida
en mitad de esta mala ciudad
que ni es lo suficientemente grande como para perderme
ni lo suficientemente pequeña como para encontrarme.
que llego de un invierno frío
que acabó con las huertas igual que acabó con mi esperanza.
que sufrí un pequeño terremoto
ignorado por la escala de Richter pero que echó mis cimientos por los suelos.
que subió la marea
y en lugar de ahogar mis penas disfruté de un cruel naufragio.
pero a pesar, muy a pesar de éstos,
mis pequeños desastres naturales,
se dice que la tierra es sabia
y que aunque no olvida,
es capaz de rehacerse
aunque sólo sea...
para volverse a deshacer











Theo Francos
una bala pegada al corazón

jueves, 28 de junio de 2012




de faros ancestrales que parpadean en la noche cerrada y oscura de los mares perdidos,
de islas que muestran su contorno irreal entre la niebla,
de ojos nativos y aullidos que pueden no ser del viento,
del miedo en hombres acostumbrados a no tener miedo,
de costas de muerte y barcos piratas acechantes,
de libros prohibidos y playas desiertas o eso creíamos,
de puños que se retan en tabernas mugrientas,
de tatuajes borrados por el salitre.
de todo eso me hablaba tu cuerpo.