Llegué a creer que la felicidad
no
es un asunto de los seres humanos
Y le llamé conocimiento
a
una escarcha diaria y contagiosa
cuyo nombre es claudicación
Por
todas partes me nacían camaradas
Veían grandeza en mi
preocupación
llamaban madurez a mi infortunio
La miseria
siempre ha gozado
de un raro y comunal prestigio
Ahora,
cuando tu piel me dio el coraje
para agredir a la resignación
y
bramar por la dicha en medio de las plazas
seres,
instituciones, todo
me rehúye o me segrega
todo se aparta de
mi lado, hiedo
Soy un peligro público que expande
la
pestilencia de la libertad
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