era un río oscuro,
lleno de ramas,
que acercaba a mí el
rumor de sus juncos y su cantar entre dientes.
Lorca
I
El poema brutal eres tú cuando me miras, cuando te miro.
Cuando todas las noches, abrillantar la coraza, es un acto
de osadía.
Ciego y necesario.
Marcando a la desidia para que no cruce la frontera
invisible de las ganas.
Con inercia, la atlética manía de hundir los dedos en el
dolor, en el tuyo, en el mío, y medirlos.
O en el placer, en el tuyo, en el mío, y medirlos.
Y sabernos tan vivos, como vapuleados, como irremediables,
caninos, inauditos.
II
En posición fetal, dibujar el ovillo, arrullando hasta el atropello a
uno mismo, abrazo invisible a la propia carne. Renombrar la cicatriz por si el
olvido. Ser heroína. Inaugurar la ficción de los cuerpos que ahora están
desprendidos. Amputación de la luz fría. Amor en el callejón, cuando nadie nos
mira. Y aprender a libar de nuestros vesubios, aprender del néctar de las horas
muertas para que arañando hagamos grieta, y ahí, nuestras miserias, como un
secreto, como una tierra. Dioses y alacranes que se toman en ayunas, carnívoros,
entre las piernas. Palpar nuestros puntos de apoyo en los pulsos, en las bocas.
Llenos de palabras para huir del podio al que suban los vencidos.
III
Yo sé que estoy feliz en el adentro. En el adentro de ti.
Pero trato de encontrar otras palabras que no estén llenas de helio. Dibujo un
mapa en las costuras. El buque hundido del ahora. No sacar las piedras que
brillan en la orilla, no volverlas mate, ni cien mil leds pueden mantener su
verdad fuera de nosotros. Hago mantra, oxígeno y delirio. Yo en tus brazos soy
una supernova. Sailor y Lula, huyendo, mojando la ropa, comprando discos,
pirateando la rutina y el presente. Seres cristalinos. Carnales y abstractos.
Desaparecernos el uno en el otro. Acaso me sobra la rabia del no sanar vacíos,
de no sanar mis vicios. Escritura voluptuosa que inunde tus ojos. Alboroto. Ser yo y mi verbo, siempre el
mismo. Lugar común. Este es mi pelo. Mi olor, mi piel, mi madriguera. Semilla
obsesiva. Poesía que salpique. El poro, la densidad de la garra. Toda la
ternura y toda la destrucción humana. Un río oscuro, lleno de ramas. Tú, droga
y misterio, muy en mí. Tú, apretando la entraña. Tú, corazón arpón, fuego del
tiempo, arma, beso, promesa. Yo y el querer ser contigo. Un río oscuro, lleno de ramas.
*Gracias Lucy Marti
por el pulso y el poema que albergan tus ojos.
https://www.flickr.com/photos/lucianamarti/
Entreacto brutal de todo ternura.
ResponderEliminartiempo!
Brava!
ResponderEliminarQuieres palabras sin helio, que pesen, heladas, témpanos de letras, agujas, quieres un barco hundido, quieres palabras que pesen que tengan sentido y que se ahoguen entre tus suspiros.
ResponderEliminarDispara.