“Valar morghulis”
Pronóstico:
un puñado de poemas, el corazón en cuclillas al filo de la luz y nuestras
noches desdobladas gritando desde el vientre en la lengua del dolor.
Quise tejer un huracán en nuestros pulsos, traducir al
animal y dilatar tu alarido. Con ecos, partir horizontes. Aprender a temblar en
mitad del fracaso y acariciar todos los hielos sin morir. O tal vez solo un
poco.
Soportar que la pena nos viola hasta el final. Desnucar lo
furioso de la memoria y sus mimbres y sus tardes haciendo de nuestros cuerpos
panal.
Convocar nuestras sombras, anudarlas, amarlas, desbocarlas. Que caer no
significase tumba.
Hacia dentro, en sangre alcoholizada, construir un
inf/vierno y saber cruzarlo. No olvidar que el calor es el atajo que nos lleva
a lo hondo, sin arneses, núcleos reventados de rojo. Que nunca es fracaso
vaciarse de prados de dolor y jalar nuestras cosechas más salvajes.
Quise descorrerme en tu mirada con los ojos tan abiertos
como el hambre.
Borrar de exactitudes el futuro, saber que el minutero alberga
trampas y escozor. Ser siempre un tintineo de llaves, el vaivén de unas caderas
paraíso que te amen. Abusar de la palabra tanto como del silencio aunque sea el
derrumbe de la calma, peldaño roto de la cordura.
Nunca amar lento y nunca escribir mansa. Traer agujas y
brasas, reventar de ausencia en el papel y registrar las ruinas con amor, tan
loba y desbaratada.
Meter el cuerpo en tu mundo. Clavarnos con y en el delirio.
Lamer distancias bastardas y deshacer abismos como nudos en
la lana. Tan retorcidos en las puntas. Hacer nuestro el sucio y bello acto de
leernos el envés de las corazas. Ser valiente donde está oscuro.
Vaciar los bolsillos y el alma.
Tocada y hundida. Cada vez que te leo lo hago con "los ojos tan abiertos como el hambre"
ResponderEliminarEscribes de puta madre. Perdón por lo de madre.
ResponderEliminarQué fue de las distancias. Qué, de los abismos de nuestra impropia oscuridad.
ResponderEliminarQué se hizo de ello, Julia?