Nubes de diseño sobre las que escribo cartas que saben caer sobre ciudades turbias, poema aeroplano en busca de una azotea limpia, poema cóndor que avista descanso y respiración profunda (bajemos, amor, a la mina). Leí a un poeta decir que un poeta dijo que hay mujeres que tienen noches de capitán. Después hablaba de leyendas de impureza. ¿Todo esto para qué? Para dedicarme al amor sin sordina. Deambularme libre y trina. Para habitar mi tinta anacrónica. Amor vida muerte. Muerte amor y vida. Ese es el orden del verdadero desorden. La luz perfora el ojo de la aguja más que la aguja en sí.
Querer ser un cante jondo. Querer ser una mujer morena que quiere cazar pájaros con redes de viento y derribar estrellas y disparar nebulosas.
Mostrarme ociosa en el coliseo de tu cuerpo, sacrificio de las furias. Prolongo el grito como prolongo mi orilla. Soy una isla. Soy un infinito. Quemo las tablas de equivalencia. Quemo los barcos de tristeza. Aquí la navegación del garabato de las yemas labra su propia bitácora. Que el corazón no es un río navegable, lo gritan las corrientes. Que el vino resucita la ternura y viste de fantasía la noche más oscura, es la sabiduría que no muda la serpiente. Una luz cúrcuma invadiendo las pieles. Tus manos horquillas de mi carne en el jardín botánico. Te pido la raíz violenta y la brazada. La sonrisa en el crepúsculo y la señal derramada sobre el mar no indolente.
Quiero ser la inscripción en tu mirada como árbol tatuado en las sienes.
Leí los labios de una poeta leyendo a un poeta que dijo que "la mujer, corazón del mundo, llena los ámbitos de los poemas"... leí un temblor hecho de muerte, amor y vida desordenando los sentidos á la Rimbaud
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