traigo la piel de estraza
así que llévame a las canteras que quiero usar las manos y la boca
y hurgar bien adentro mientras no te digo que estoy cansada de estar cansada
que justo ahí en la antesala de las horas que se van al fondo
encontré tu poema y me embadurné con él y no lo siento.
no albergo remordimientos de abusar de ti
pretendía,
en mi fuero interno,
ahuyentar a las bestias que moran nuestras mentes
y no hice más que atraerlas
mientras violé tu recuerdo
una y otra vez
una y otra vez.
ya olvidé el mantra dichoso de la búsqueda de la felicidad
ahora sólo pretendo el calor vibrante de la rueda amarrada al asfalto
que denote movimiento
que me demuestre frondosa ante el abismo
y con las favelas que hay en el alma
ansío esculpir el himno que embista y destroce
como una tempestad repentina
en mitad de mi desnudez
cuando hallo la pérdida que sangra de la pluma
cuando quemas
cuando dueles
en mi mente se frotan los párpados imposibles
del sueño del cuerpo mojado
que es delirante
que me cubre como un mar
como una ciudad que se apaga
y me enseña el lenguaje del vértigo
porque aquí la única estrategia es perderse
olvidar los caminos
y nunca llegar.
Para qué beber alcohol si se puede uno hacer infinito, ponte tú, leyendo este poema.
ResponderEliminarBesos.
Tonto aquel que viaja para encontrarse a uno mismo y no se deja perder...
ResponderEliminarMe llama la atención eso de "ya olvidé el mantra dichoso de la búsqueda de la felicidad / ahora sólo pretendo el calor vibrante de la rueda amarrada al asfalto", lo pongo en relación con el anterior "pretendía, / en mi fuero interno, /ahuyentar a las bestias que moran nuestras mentes / y no hice más que atraerlas" y me suena como a antisortilegio - sortilegio, es decir, como a rehusar la invocación para invocar más fuertemente, como a utilizar el silencio como algo más elocuente que la palabra. Me gusta la fuerza y el trabajo que entiendo en tu poesía.
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