Siempre funciona así,
las curvas más peligrosas están repletas de quitamiedos.
Suelen albergar las vistas más maravillosas
u ocultar muros macizos
en los que estampar todos tus órganos internos,
creando un espectacular e improvisado graffiti,
abstracto y devastador,
sea posible.
Así que reduces la velocidad
pero tu mirada se va hacia el abismo.
Justo ahí te gustaría que todo fuera lento,
un slow motion,
mientras suene love reign o'er me
e inhalar ese fragmento de paisaje hasta el cerebro.
Pero el deseo es como un saco repleto de cuchillas de
afeitar
que debes cargar a peso y con poca ropa.
Con cuidado o muy drogado.
El cerco al placer,
esa valla guillotina en la que el error rompe el hechizo.
Jugadores de ruleta rusa,
confiados a su suerte,
cum laude en entrega.
De esos que se suben a todas las atracciones en la feria de
la decepción.
Con todos los cursos de socorrismo en el cv
y luego ahogados solitarios en playas desiertas.
Carteles de perros peligrosos yendo de farol.
Staff only y al otro lado la nada.
Somos las vistas fantásticas,
somos el miedo y el quitamiedos,
somos el accidente, somos el muro,
el pie en el freno, el asfalto,
la velocidad, el impulso,
la curva cerrada, el abismo y la muerte.
Dependiendo del orden,
valdremos más o menos la pena.
Pero el deseo es como un saco repleto de cuchillas de afeitar
ResponderEliminarEres una asesina, qué bueno que viniste