Lo tenemos. Nuestro crimen y castigo. Por pernoctar
constantemente en la miseria del otro. Por usarnos como pensiones baratas con
su sinfonía arrabalera de muelles y dañina humedad. No se entiende que se abren
las piernas como se abre el alma. Para que penetren. No se entiende que a
gatas se aprende el morse del cuerpo del otro. Que no somos fortalezas que invadir, con
puentes levadizos y cámaras secretas. Que no hay belleza en los cerrojos. Que somos vastedad bajo el cielo abierto aunque
se vista de tormenta. Que somos carnada salvajemente domada. Que llevamos las
paredes bien finas para que el otro oiga como gritamos por dentro. Que
manchamos los espejos con nuestro vaho para así escribir sobre ellos los mejores no-versos.
Que bronceamos el dolor hasta que arda bien y entre las manos. Que no nos
abandonamos en mitad del primer alarido aunque estemos aterrados. Que pisaremos
cristales y flores a partes iguales y lo uno sanará lo otro, mientras enfermos de vida nos lo seguiremos dando todo.
Bellísimo
ResponderEliminarmuchas gracias Tino
Eliminarabrazo