A esta hora de la noche ya sabemos lo
que hemos sacado del día, como si fuera un pozo en el que nos
sumergimos, con ansiedad y deseo. La noche es una copa de mal,
escribió Vallejo, será por eso de la sed. Ahora ya con la piel
fina, traslúcida, tan gastados, tan desnudos, se nos ve el amor y
todas las rabias. Soy, cuerpo que se ovilla, pergamino entre tus
dedos. La carne, surco y sendero. Suena Afghan Whigs, arando el
silencio sin cuidado. Como si reventaran las ventanas y el viento
levantara las páginas aún no escritas, una provocación. Las
palabras, una ropa por desgarrar desgarrándose. Las yemas que arden
en recuerdos. Los ojos que se lanzan del rascacielos de la memoria,
una y otra vez, esa pólvora que prende. Y caer, a lo hondo en esta
hiperbólica distancia. Porque sé que el caos resplandece como el
más voraz de los fuegos. Y sé que en el kief de nuestra mirada
queda todo. Prensado. Prieto. Amarrado. El deseo hecho de tungsteno
habla el idioma del labio encarnado. Hoy solo sufro el ayuno de ti.
Este tumulto en mi esternón. Como un rugido que inunda el mundo y
nadie oye.
Te amo violentamente.
Ya lo dijo Lorca , "Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol”. Hermoso blog.
ResponderEliminarTemblor
EliminarNo sé definir la emoción que me genera entrar a tu blog y ver que seguís publicando escritos. Agradecimiento, tal vez.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, por estar, por leer, por volver
EliminarTemblor desde el séptimo cielo de la memoria, cuando se hace piel violentada por la voz y la palabra
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